Analítica (3), oct. 2023 – sept. 2024, ISSN – L 2805 – 1815, pp. 196-210
ANALÍTICA
Revista de Filosofía
J. L. AUSTIN: FILÓSOFO Y OFICIAL DE
INTELIGENCIA DEL DÍA-D*
J. L. AUSTIN: PHILOSOPHER AND D-DAY
INTELLIGENCE OFFICER
Reseña:
Benjamin Murphy
Florida State University, Panamá
bmurphy@fsu.edu
https://orcid.org/0000-0001-8871-120X
DOI https://doi.org/10.48204/2805-1815.4402
*Rowe, M. W. (2023). J. L. Austin: Philosopher and D-Day Intelligence Officer. Oxford
University Press. ISBN-13: 978-0198707585
INFORMACIÓN DEL
ARTÍCULO ABSTRACT/RESUMEN
Recibido el: 3/10/2023
Aceptado el: 10/10/2023
Keywords:
Analytical philosophy,
Vienna Circle, idealism,
analytical judgment,
synthetic judgment, realism
Palabras clave:
Filosofía analítica, Círculo de
Viena, idealismo, juicio
analítico, juicio sintético,
realismo
Abstract:
J.L. Austin is one of the most important thinkers in the history of 20th
century philosophy. His reflections on language and truth had a great
influence. But in addition to being a philosopher, Austin was a man of his
time, exposed to tragic and demanding human situations, who had to
serve as an intelligence officer during World War II. This facet is very
little known and is part of the virtue of Rowe's book.
Resumen:
J.L. Austin es uno de los pensadores más importantes en la historia de
la filosofía del siglo XX. Sus reflexiones sobre el lenguaje y la verdad
ejercieron una gran influencia. Pero además de filósofo, Austin fue un
hombre de su tiempo, expuesto a situaciones humanas trágicas y
demandantes, quien tuvo que desempeñarse como oficial de
inteligencia durante la Segunda Guerra Mundial. Esta faceta es muy
poco conocida, y es parte de la virtud de la obra de Rowe.
La mayoría de los filósofos analíticos no necesitan biografías porque el valor de sus obras
no depende de sus vidas. En el caso de John Langshaw Austin, su contribución al éxito
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de la batalla de Normandía es un capítulo interesante en la historia de la Segunda Guerra
Mundial, interesante para los historiadores militares para quien sus contribuciones de
filosofía son mera nota de pie de página.
M. W. Rowe, Investigador Honorario en Filosofía de la Universidad de East Anglia
(Reino Unido) tiene la combinación perfecta de talentos para producir un libro que
examina las conexiones entre los estudios filosóficos y los logros en inteligencia militar
de Austin. Su libro es completo, fascinante, y plantea una pregunta profunda: ¿por qué
es más fácil descubrir la estrategia correcta en la guerra que en la filosofía?
El libro no es simplemente una biografía intelectual. Rowe escribe sobre los
antepasados de Austin, su pasión por la música y el teatro, su vida amorosa (hasta un
filósofo inglés tiene corazón) y su matrimonio con Jean Coutts, el amor de su vida, en
1941. Esta reseña es muy selectiva. La profundidad de la labor de investigación de Rowe
habría impresionado a Austin, que no era fácil de impresionar.
J. L. Austin nació en 1911 en la ciudad de Lancaster, en el norte de Inglaterra, era
el segundo de cinco niños. Su padre era arquitecto y peleó en la Primera Guerra Mundial.
Después de la guerra no había gran demanda de arquitectos en Lancaster y en 1921, la
familia se mudó a St. Andrews en Escocia, donde el padre trabajó en una escuela para
niñas. Su título era secretario, y él era el responsable de llevar las cuentas y mantener
los edificios.
La inteligencia excepcional de John fue obvia para su familia desde sus primeros
años. Rowe explica cómo la educación de Austin formó su personalidad y también su
perspectiva filosófica. Austin fue el fundador de la escuela del lenguaje ordinario (también
conocida como la escuela de Oxford), un movimiento importante en la historia de filosofía
analítica. En ese sentido, una virtud de este libro es que podemos entender cómo el
enfoque distintivo de esta escuela fue una consecuencia de las fortalezas, pero también
de las debilidades, del sistema de educación británico en esta época.
Para explicar hechos posiblemente desconocidos a algunos lectores, me referiré
a una fantasía familiar del mundo de la autora J.K. Rowling. Todos saben sobre la
emoción de recibir una carta de Hogwarts, un pasaporte a un mundo de poderes
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secretos. El Colegio de Hogwarts estaba basado en el Colegio de Ampleforth, una
“escuela pública” en el sentido británico, es decir, es un internado exclusivo con tarifas
altas.
Para las familias que no pueden pagar esas tarifas, hay becas disponibles, pero
en ese entonces, para ganar una beca, un niño debía demostrar en un examen su
conocimiento de los lenguajes antiguos. El conocimiento de latín y griego antiguo era un
signo de privilegio precisamente porque no tenía ninguna aplicación práctica. El
verdadero efecto mágico de las palabras en latín era el acceso a las cámaras secretas
del poder. En este mundo, Austin era un ganador. Él ganó una beca para estudiar en
Shrewsbury School, una escuela “pública” con gran reputación en el campo de estudios
clásicos. Luego, ganó una beca para estudiar en la Universidad de Oxford, como
miembro de Balliol College, en 1929, donde ganó el Premio Gaisford (por su capacidad
para traducir del inglés al griego), graduándose con Honores de Primera Clase en 1933
(equivalente al Summa Cum Laude). Después, ganó el premio más prestigioso de
Oxford, una beca de All Souls College, que es una oportunidad para participar en la
investigación de cualquier tema por siete años, y potencialmente, si la investigación es
exitosa, para toda la vida. Pero, después de dos años, renunció a su posición en All Souls
para ocupar una posición de tutor de filosofía en Magdalen College. En Oxford, una
posición de tutor en un colegio de la universidad es equivalente a profesor asistente y
era un puesto permanente. Pero la decisión de rechazar All Souls para esa posición se
debió a que Austin se sentía más apto para enseñar que para investigar. A pesar de sus
éxitos, su educación no fue buena preparación para ser filósofo.
Como es muy común en los niños educados en escuelas de internado, Austin tiene
una personalidad dividida. Con su familia él era hijo y hermano amado y amable, gentil y
cariñoso, llamado por su apodo Dommie (porque su hermanito no podía decir “John”).
En la escuela, fue siempre tratado como Austin. Los otros estudiantes eran sus rivales
para los premios y las becas; Austin era competitivo, sarcástico, y siempre buscaba
oportunidades para demostrar su erudición; pensaba que era el más inteligente en el
salón.
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Oxford no tenía una tradición de investigación filosófica en esa época. Era normal
graduarse con Honores de Primera Clase y buscar inmediatamente una posición como
tutor, sin ninguna educación de posgrado. El estudio de filosofía era parte de los estudios
clásicos (Literae Humaniores), es decir, estudios de lenguajes y de textos. Por supuesto,
los docentes tenían sus propias ideas filosóficas, pero no era obligatorio publicar esas
ideas. El objetivo era iniciar a los estudiantes como miembros de una élite, no era
compartir los resultados de investigación con el mundo afuera de la universidad. ¿Qué
importa el mundo afuera de la universidad? La estima de los colegios y estudiantes era
considerada recompensa suficiente.
Había una división importante entre los docentes de Oxford: los idealistas y los
realistas. Para los idealistas era importante ofrecer a los estudiantes una visión de la
moralidad con raíces en un sistema metafísico. Para los realistas, la prioridad era
enseñar a los estudiantes a rechazar tonterías, retórica y ensueños metafísicos, y
aceptar hechos simples y claros. Austin era un seguidor de los realistas, y especialmente
de John Cook Wilson, pero le faltaba una herramienta esencial para unirse a la lucha
contra la metafísica. Austin casi no estudio la matemática.
La culpa no era de Austin. El sistema de educación era muy especializado. A la
edad de trece años era normal elegir entre los estudios científicos y humanísticos. A
pesar de que en la academia de Platón estaba inscrita la siguiente oración: “No entre
nadie ignorante en Geometría”, la mayoría de los estudiantes de filosofía en Oxford eran
muy ignorantes de la matemática. Para los estudiantes que aspiraban a la investigación
científica, la Universidad de Cambridge era, sin duda, la mejor opción. La filosofía
analítica nació como consecuencia de las investigaciones de Gottlob Frege sobre las
fundaciones de la aritmética, entonces no es sorpresa que el primer centro importante
de filosofía analítica en Inglaterra fuera Cambridge.
Los lectores de Analítica probablemente estén familiarizados con el origen de la
filosofía analítica. Según Immanuel Kant, la gran tarea de la metafísica es explicar
nuestro conocimiento sintético a priori, por ejemplo, nuestro conocimiento de la
matemática. El conocimiento a priori es conocido por pura razón, no por los sentidos. Es
fácil explicar cómo podemos saber un juicio a priori como “Todo soltero es no casado”,
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porque el concepto de “soltero” incluye el concepto de “no casado”, entonces es un juicio
analítico.
En un juicio sintético, en cambio, el concepto del predicado no está contenido en
el concepto del sujeto – por ejemplo “ninguno de mis estudiantes está casado” –. “2+2=4”
es un juicio a priori y Kant pensaba que era también un juicio sintético, porque el concepto
de “2+2” no contiene el concepto de “4”. Desafortunadamente, Kant no tenía definiciones
claras de los conceptos básicos de la matemática. El plan de Frege era probar que,
contrario a Kant, la aritmética es analítica. Para realizar su prueba, Frege inventó un
lenguaje nuevo, su Begriffsschrift (Conceptografía), el antepasado de los lenguajes
lógicos contemporáneos y lo usó para presentar un sistema axiomático de aritmética.
Bertrand Russell, en Cambridge, entendió que Frege había logrado un gran
avance a pesar de un error en sus axiomas. Russell trabajó con A. N. Whitehead para
producir un sistema axiomático de aritmética sin el error de Frege (Principia Mathematica,
publicado en tres volúmenes entre 1910 y 1913) y después con su estudiante, Ludwig
Wittgenstein, para explorar las implicaciones del método de Frege. Utilizando su lenguaje
nuevo, Frege trajo claridad a la filosofía de la matemática. Tal vez un lenguaje perfecto
podría esclarecer todos los problemas filosóficos. Mientras tanto, en Viena, Rudolf
Carnap, estudiante de Frege, sostuvo que todos los enunciados matemáticos son
analíticos, no sólo los enunciados de la aritmética. En este caso, la metafísica de Kant
ha muerto, porque no hay conocimiento sintético a priori.
En los años 30, cuando Austin era estudiante y después tutor, los filósofos de
Oxford y Cambridge estaban empezando a hablar sobre un estilo nuevo de filosofía: la
filosofía analítica. ¿Qué es el análisis? Analizar una declaración es dividirla en
componentes. El análisis podría revelar, utilizando un lenguaje artificial, que la
declaración es analítica. En el caso de que la declaración fuese sintética, el análisis debía
revelar las conexiones entre la declaración y nuestras observaciones, porque las
declaraciones sintéticas reciben su significado de la experiencia sensorial. Aunque ahora
la filosofía del lenguaje ordinario se considera parte de la historia de la filosofía analítica,
es el método de la filosofía del lenguaje ordinario lo que se opone fundamentalmente al
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método del análisis original. Austin no pensó que mejoráramos el lenguaje cotidiano
sustituyéndolo por un lenguaje más científico.
Todos los filósofos entienden la importancia de la clarificación del lenguaje, pero
¿qué es claridad? Esa es la cuestión. Pero no es mi intención dar la impresión de que
Austin dio una respuesta sencilla o dogmática. Austin entendió que la nueva lógica
matemática había desempeñado una función esencial en la revolución filosófica. Rowe
revela evidencia que Austin intentó estudiar matemáticas, aunque con pocos avances.
Austin nunca rechazó el uso de la lógica simbólica. En mi opinión es justo decir que, para
Austin, el lenguaje ordinario nunca fue el único recurso, pero sí un recurso descuidado
por los otros filósofos.
Austin tuvo dos compañeros distinguidos en este tiempo de aprendizaje en
filosofía analítica, Alfred Jules Ayer e Isaiah Berlin. Ayer había visitado Viena, donde
conoció a Carnap y otros miembros del Círculo de Viena. En 1936 Ayer, publicó
Language, Truth and Logic, (Lenguaje, verdad y lógica). En este libro, Ayer presentó la
doctrina del positivismo lógico al mundo anglófono por primera vez. Según Carnap y Ayer
las matemáticas son analíticas, la metafísica está muerta, y conocer el significado de un
enunciado es entender cómo verificarlo por medios empíricos. Austin, como seguidor del
realismo, no tuvo la intención de defender la metafísica y no era capaz de desafiar teorías
sobre las matemáticas, pero él se opuso con pasión a la doctrina estricta de verificación.
En sus conversaciones con Ayer y Berlin, Austin fue un crítico eficaz del verificacionismo,
pero, como se quejó Ayer, Austin no tuvo ninguna otra teoría de la significación. Austin
estaba destruyendo una casa, pero sin ningún plan para construir algo mejor.
Como tutor de Magdalen College, fue el deber de Austin reunirse una vez por
semana con cada estudiante de filosofía de Magdalen para criticar sus ensayos, y
también dar conferencias para el beneficio de todos los estudiantes de la universidad.
Para su primera serie de conferencias eligió hablar sobre Mind and the World-Order: A
Theory of Knowledge (La mente y el orden del mundo: Una teoría del conocimiento)
escrito por el filósofo estadounidense, C. I. Lewis (que no debe ser confundido con el
novelista C. S. Lewis, que fue colega y enemigo de Austin en Magdalen). El libro fue
recomendado a Austin por Berlin. Un interés en la filosofía estadounidense era inusual
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en el mundo insular de Oxford, y al enseñar sobre el libro, Austin habría aprendido sobre
el pragmatismo, cuya doctrina fundamental es que tenemos el concepto de la verdad
porque somos tomadores de decisiones. El libro más influyente de Austin es Cómo hacer
las cosas con palabras, en el cual introdujo la teoría de los actos de hablar, y Rowe
enfatiza la relevancia del libro de Lewis en el desarrollo de esta idea. También, Austin dio
conferencias sobra La ética nicomáquea de Aristóteles. Según Rowe, las notas de Austin
sobre esas conferencias todavía no publicadas constituyen su obra filosófica más
sustancial, y no hay dudas de que Austin tenía las habilidades para escribir un comentario
detallado sobre Aristóteles.
Pero incluso sin acceso a estas notas inéditas, es posible decir algo sobre la
importancia de La ética nicomáquea de Aristóteles para Austin y otros filósofos de Oxford
(par ejemplo Elizabeth Anscombe, David Wiggins y John McDowell). Aristóteles supone
que su audiencia de jóvenes caballeros ha recibidos buenas instrucciones sobre el bien
y el mal de parte de sus padres, y su objetivo es refinar su juicio. Debemos resolver
problemas en nuestro sistema de creencias, preservando τὰ ἔνδοξα (las creencias
respetadas,) si no todas, las más fuertes y la mayoría (La ética nicomáquea 1145b). En
otras palabras, el método es detectar las fuentes de confusión que son obstáculos para
nuestro sentido común. Es un método que podemos utilizar no solamente para entender
la vida ética, sino para entender el mundo sin el primer motor u otras complicaciones de
La metafísica de Aristóteles. (Obviamente, Anscombe, Wiggins y McDowell tienen sus
actitudes diferentes a la Metafísica, pero comparten una apreciación de la Ética
nicomáquea).
Puede ser útil dar un ejemplo del respeto. Esta es una nota final a la versión
publicada de una presentación sobre “Otras mentes”:
One speaker at Manchester said roundly that the real crux of the matter remains
still that ‘I ought not to say that I know Tom is angry, because I don't introspect his
feelings’ and this no doubt is just what many people do boggle at. The gist of what
I have been trying to bring out is simply: (1) Of course I don't introspect Tom's
feelings (we should be in a pretty predicament if I did). (2) Of course, I do
sometimes know Tom is angry. Hence (3) to suppose that the question "How do I
know that Tom is angry?" is meant to mean "How do I introspect Tom's feelings?"
(because, as we know, that's the sort of thing that knowing is or ought to be), is
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simply barking our way up the wrong gum tree. [En Manchester (donde Austin hizo
la presentación) alguien dijo sin rodeos que el meollo del problema es todavía que
No debo decir que yo sé que Tom está enojado porque yo no tengo introspección
de sus sentimientos. La esencia de lo que he estado tratando a decir es que (1)
Por supuesto - yo no tengo introspección de los sentimientos de Tom (estaríamos
en una situación bien difícil si lo hiciera). (2) Por supuesto - yo que a veces Tom
está enojado. Entonces (3) para suponer que ¿Cómo sé que Tom está enojado?
significa ¿Cómo tengo introspección de los sentimientos de Tom? es ladrando al
árbol de goma equivocado]. (Wisdom et. al, 1946, p. 187, traducción propia).
En inglés, “ladrar al árbol equivocado” o “estar en el árbol de goma equivocado”
significa cometer un error. La combinación de los dos modismos significa un error obvio
y absurdo, el resultado de ignorar las creencias respetadas.
Los años 30 fueron los años de formación para Austin. En 1939, su desarrollo
filosófico fue interrumpido por la Segunda Guerra Mundial.
Antes de la guerra, Austin era solista; después de la guerra, era director de
orquesta. (De hecho, Austin fue violinista toda su vida, y siempre disfrutaba tocando con
amigos y familia, pero la metáfora musical significa que en la guerra él descubrió su
capacidad para ser un líder, organizando a otros y delegando tareas.)
Rowe no es el primer historiador que menciona el papel de Austin en la guerra. Él
fue premiado con la Order of the British Empire (honor británico), Croix de Guerre (de
Francia) y Legion of Merit (Estados Unidos). Pero con su trabajo diligente en los archivos,
Rowe ha descubierto muchos hechos fascinantes, de los que presento un esbozo aquí.
Tradicionalmente, el estudio de Literae Humaniores en Oxford era considerado
buena preparación para ser burócrata en servicio del gobierno imperial. De hecho, Austin
fue un burócrata trabajando detrás de un escritorio preparando información para que los
comandantes pudieran tomar decisiones. Inicialmente fue miembro junior de un equipo,
MI14 (b), cuya función era dar seguimiento a la posición de las fuerzas alemanas. En
diferentes momentos la organización estuvo en distintos lugares, pero Austin comenzó
su trabajo en el mismo búnker que Churchill, la definitiva cámara secreta del poder. MI14
(b) recibía información de muchas fuentes, incluyendo mensajes alemanes descifrados
por el equipo en Bletchley Park. No es sorpresa que el equipo Bletchley Park, donde
trabajaba Alan Turing, padre de la informática, tuvo muchos graduados de Cambridge,
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porque el trabajo allí fue principalmente matemático. En contraste, el trabajo de MI14 (b)
fue más lingüístico y tenía a muchos graduados de Oxford.
Austin consideraba a sus compañeros como rivales para becas, pues buscaba
una oportunidad para demostrar su superioridad. Según Rowe, al observar el movimiento
de tropas, Austin predijo que los alemanes estaban a punto de reforzar las defensas
italianas en África. La advertencia fue ignorada por sus superiores, pero el ataque de
Rommel en febrero 1941 le dio la razón. El resultado fue un ascenso para Austin, con
más responsabilidades.
Austin no era infalible. En 1942 estuvo involucrado en la organización de la batalla
de Dieppe, un fracaso que ocasionó la muerte de miles de soldados canadienses. Austin
no planeó la incursión, pero el fracaso reveló importantes lagunas en la inteligencia. Por
ejemplo, información incorrecta sobre el gradiente de la playa y la composición de los
guijarros provocó que los tanques quedaran varados.
Ese error no se repitió. La información compilada por el equipo de Austin sobre las
playas de Europa del Oeste reveló, sin lugar a duda, las ventajas de desembarcar en
Normandía. La información se recopiló de todas las fuentes disponibles, guías turísticas,
espías franceses, redadas de comandos para examinar el barro, y un libro del siglo XI
sobre la vida de Guillermo I, el Conquistador. Todos los oficiales en los ejercicios para la
invasión recibieron una guía llamada Invade Mecum. El título es un chiste típico de
Austin. Una guía portátil es llamada un vade mecum (ve conmigo), en Shrewsbury, cada
niño recibía un libro pequeño de las reglas de la escuela con ese nombre. Invade Mecum
significa “invadir conmigo”.
Invade Mecum contenía información útil organizada en una manera fácil de utilizar.
Había diferentes versiones para partes diferentes de Francia. En Inglaterra, el chiste es
muy popular con los profesores de latín, porque (según ellos) el éxito de Austin en
inteligencia militar es evidencia de que el estudio de latín y griego realmente es una
buena preparación para tener éxito en cualquier situación. El gran experto en Aristóteles
demostró que él también era digno de ser consejero del Alejandro de nuestra época.
Pero, en la tercera sección de su libro Rowe revela que Austin no pudo recrear este nivel
de éxito en su trabajo filosófico si bien lo intentó. Esa era la pregunta inicial de esta
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reseña – ¿por qué? Rowe tiene ideas interesantes sobre las limitaciones de la filosofía
de Austin, pero primero quiero resumir los hechos de su carrera madura.
El resto de la vida de Austin fue corta, pero comparada con la mayoría de nosotros
no fue un fracaso. Fue elegido como White’s Professor of Moral Philosophy (catedrático
de la filosofía moral) en 1952. En 1955 fue invitado a presentar las William James
Lectures en Harvard (una prestigiosa serie de conferencias), publicadas póstumamente
como How to do things with words (¿Cómo hacer cosas con palabras?) y en 1958, fue
invitado a visitar Berkeley, y esta serie de conferencias también fue publicada
póstumamente como Sense and Sensibilia (Sentido y percepción). A Austin le gustaba
mucho el ambiente relajado de Estados Unidos donde él podía ser más amable con sus
estudiantes, y estaba considerando una oferta de trabajo de Berkeley cuando murió a los
48 años.
En Oxford hizo cambios para mejorar el estudio de filosofía. Organizaba reuniones
los sábados por las mañanas para los tutores jóvenes y, como catedrático, era un
supervisor concienzudo en el nuevo (y exitoso) programa de posgrado fundado por
Gilbert Ryle. Consciente de la importancia de la filosofía de la matemática, tradujo un
libro corto de Gottlob Frege, Die Grundlagen der Arithmetik (Fundamentos de la
Aritmética). En ese libro, Frege presenta una justificación filosófica de sus ideas
principales sin ningún simbolismo. Uno de los primeros lectores de la traducción de
Austin fue el joven Michael Dummett, que decidió, cuando ganó una beca de All Souls,
estudiar a Frege y la matemática. Dummett era representante de una nueva generación
que logró hacer de Oxford un centro importante para la filosofía de la matemática.
Dummett, como Austin, tenía la esperanza de que llegaría un tiempo en que los filósofos
podrían colaborar de una manera científica, dividiendo sus tareas en un gran proyecto
compartido.
Pero, aunque reconoció la gran influenza de la traducción de Frege en su vida,
Dummett nunca fue ni seguidor ni colaborador de Austin. No le gustaba su personalidad,
ni la brecha entre la doctrina que enseñó y el método que practicó.
Rowe tiene comentarios útiles sobre ambos defectos. En conversaciones frente a
frente, Austin era amable. Cuando él era el líder de un grupo – con su equipo en la guerra,
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o en sus reuniones con tutores jóvenes – sin una amenaza a su autoridad, podía ser
carismático. Durante la guerra, nunca se enojó con sus subalternos, siempre elogiaba el
buen trabajo de los otros, pero cuando detectaba a un rival – A. J. Ayer o Elizabeth
Anscombe, por ejemplo– era agresivo y sarcástico, renuente a mostrar cualquier atisbo
de error por su parte. Era un producto de su entorno. Más interesante es el defecto
filosófico que Rowe diagnosticó.
Rowe cita la descripción de Geoffrey Warnock del liderazgo de Austin en la guerra:
Though his standards were exacting, those under his command were enlivened by
the confident sense of solid work being done, of real progress being made.
[Aunque sus estándares eran exigentes, sus subordinados estaban
entusiasmados por la percepción de trabajo sólido que era cumplido y de la
realización de progresos genuinos]. (Rowe, 2023, p. 210, traducción propia)
Sus subordinados le traían pedacitos de información y él siempre sabía en qué
parte del rompecabezas colocar cada pieza. Originalmente, en las reuniones sabatinas,
le dio a cada tutor una tarea diferente, y en la reunión, ellos le daban un informe. Pero
con el tiempo, abandonó ese método. No sabía dónde colocar las piezas, porque no
había ningún rompecabezas.
En mi opinión, el rompecabezas que le faltaba a Austin era el conocimiento de los
lenguajes simbólicos. Los lenguajes simbólicos no son de interés solamente para los
matemáticos. David Wiggins utilizó la siguiente analogía: al construir una mano artificial
completamente funcional, inevitablemente aprendimos sobre manos reales. El estudio
de los lenguajes artificiales no es alternativa para el estudio del lenguaje natural.
Las reuniones semanales eran estimulantes, entretenidas y agudizaron el ingenio
de una generación de filósofos. Pero a Austin le resultaba difícil explicar cómo los
resultados de sus métodos conducían al progreso filosófico.
Para aquellos que no están familiarizados con su trabajo, aquí hay ejemplos de
su método.
¿“Conduzco con cuidado” significa “Conduzco con atención”? No. Un viejo
conduce muy despacio, con los ojos en la carretera y ninguna distracción. El viejo
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conduce con atención. Pero él conduce en el medio de la carretera, causando un tranque,
porque él no conduce con cuidado (p. 418).
¿“He matado a tu burro por error” significa “He matado a tu burro por accidente”?
No. Era mi intención matar a mi burro.
He matado a tu burro pensando que era mi burro – he matado a tu burro por error.
Apunté mi arma a mi burro, pero se movió y le di a tu burro – he matado a tu burro
por accidente (p. 418).
¿“Podría haberlo hecho” significa «Con la oportunidad adecuada y un buen motivo
lo habría hecho»? No. Estoy jugando al golf y fallo un putt. Yo digo “Podría haber hecho
este putt.” Hubo una oportunidad y hubo un motivo y no lo hecho, pero podría haberlo
hecho (p. 538). El ejemplo es muy apropiado considerando que Austin era criado en St.
Andrews, el hogar del golf.
La construcción de escenarios hipotéticos es divertida, y de seguro aprendimos
algo sobre el significado de las palabras, pero aprender sobre las palabras no es
aprender sobre la realidad. El ejemplo del putt fue parte de una discusión sobre la libertad
de la voluntad. Daniel Dennett, que está en desacuerdo con Austin sobre la libertad de
la voluntad, responde que científicamente, el jugador no puede hacer el putt sin alguna
diferencia física. No importa lo que dice el jugador, él no podría hecho ese mismo putt en
esas condiciones exactas. (Dennett, 2015, pp. 160-161).
Los ejemplos revelan algo sobre nuestras palabras, pero aprender sobre las
palabras no es aprender sobre la realidad (debo agregar que Dennett no está de acuerdo
con Austin sobre el significado de “puedo”, pero no puedo continuar la discusión aquí).
Austin, un realista, aspiraba a estudiar la realidad. Para Austin, las palabras son
herramientas para estudiar la realidad, pero en este caso, el estudio del lenguaje
cotidiano no es más que un proceso de afilar nuestras herramientas, una preparación
para el trabajo sólido. Austin, con su experiencia de triunfo en el mundo real de la guerra,
fue posiblemente sensible a la acusación que su estudio del lenguaje ordinario era una
actividad trivial.
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Si su estudio de palabras no fuera tan importante para la filosofía, podría ser de
interés para los lingüistas. Hacia al final de su vida tuvo conversaciones productivas con
Noam Chomsky y, con la ayuda de Jean, él estudió el fenómeno del simbolismo sonoro.
Por ejemplo, no es coincidencia que tantas palabras en inglés conectadas a las
condiciones de luz baja o reflejo comienzan con “gl” (gleam, glimmer, glisten, gloom,
gloss y otros). (p. 576) Ese trabajo ha sido descuidado.
Como oficial de inteligencia, Austin entendió la necesidad de recopilar datos de
manera organizada. Pero su manera de buscar evidencia no era tan científica. En un
pequeño seminario, él y unos estudiantes discutirían ejemplos y llegarían a un consenso
sobre cómo usarían una palabra. Un puñado de estudiantes universitarios no es una
muestra representativa de la población. Arne Næss, filósofo noruego, mejor conocido por
su visión de la ecología profunda, había estado trabajando en semántica empírica desde
1938. Anticipándose a la filosofía experimental, recopiló datos concretos sobre cómo la
mayoría de la población utiliza palabras como “verdadero”. Austin y Næss tuvieron
conversaciones sobre el valor de sus diferentes enfoques. Podemos decir que Næss
organizó encuestas y Austin dirigió grupos focales. Pero ninguno de ellos era un
vendedor que buscaba mercado para su producto. Sus enfoques diferentes revelan ideas
diferentes sobre el propósito de la filosofía, pero Austin no articuló bien su objetivo.
Rowe propone soluciones para ambos problemas. El primer problema es que el
estudio de las palabras no e
s un estudio de la realidad. Rowe piensa que la mejor respuesta fue dada por
Stanley Cavell, quien se convirtió en seguidor de Austin en Harvard. Cavell señala que
cuando aprendemos un idioma, estamos aprendiendo sobre el mundo. Nuestras
intuiciones sobre cómo hablar son intuiciones sobre nuestro mundo. En otras palabras,
Austin no pudo justificar su método porque le faltaba la idea del externalismo semántico.
El segundo problema es la dependencia en la evidencia recopilada a través de los
seminarios. Rowe propone que el verdadero valor del enfoque de Austin no era científico
sino fenomenológico:
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A phenomenological investigation is not an attempt to acquire knowledge of the
world but to acquire knowledge of oneself: it does not aim at acquiring fresh
information; it aims to convert implicit practical knowledge one already has into
explicit theoretical knowledge one does not (yet) have. [Una investigación
fenomenológica no es un intento de adquirir conocimiento nuevo del mundo, es
un intento de adquirir autoconocimiento: su objetivo no es buscar información
nueva, es convertir el conocimiento práctico e implícito que ya tenemos en
conocimiento teórico y explicito que (todavía) no tenemos. (p. 570, traducción
propia)
En una investigación científica y sociológica, mi opinión sobre el uso correcto de
una palabra no tiene ninguna relevancia especial. En una investigación fenomenológica,
si mi uso es diferente del uso de la mayoría, el uso de la mayoría no tiene relevancia
para mí. La búsqueda del autoconocimiento no es necesariamente una búsqueda
individual. Una lengua es siempre la lengua de una comunidad, entonces el objetivo de
Austin de llegar a un consenso en sus seminarios estaba bien motivado. Pero el valor
del autoconocimiento es principalmente para el yo que sabe. El crecimiento personal no
es progreso científico.
La idea del progreso sistemático en filosofía, la posibilidad de un equipo
compartiendo las labores, y la percepción de progresos genuinos es un sueño noble y
no debe abandonarse, pero necesitamos algo más que el método de Austin.
En 1959 Austin sabía que estaba muy enfermo, pero su familia y los médicos no
le dijeron que él tenía cáncer de pulmón y soló se enteró de que su condición era terminal
unos días antes de su muerte. Fue un duro golpe morir a la edad de 48 años, con la
expectativa de muchos años más de creatividad. Pero incluso antes de su enfermedad,
Austin expresó su descontento con su elección de la filosofía como carrera. Sin embargo,
si Austin no descubrió la piedra que pudo transformar la filosofía en ciencia, mejoró el
estudio de filosofía en su propia universidad - al menos logró crear un entorno donde
otros pudieron participar en la investigación - y, además, según los cálculos de Rowe, su
diligencia salvó miles de vidas en el Día-D.
No es posible hacer justicia al libro de Rowe en una reseña de esta extensión. No
he mencionado la discusión de la influencia de Wittgenstein y Collingwood en el pensar
de Austin, ni la discusión detallada sobre Sense and Sensibilia and How To Do Things
Benjamin Murphy 210
Analítica (3), oct. 2023 – sept. 2024, ISSN – L 2805 – 1815
With Words. Leyendo este libro estamos en el salón con Austin y, si él era o no la persona
más inteligente, cualquier habitación, salón o cámara en la que se encontrara
seguramente sería un lugar interesante donde estar.
Referencias
Dennett, D. (2015). Elbow Room, New Edition: The Varieties of Free Will Worth
Wanting. MIT Press.
Wisdom, J., Austin, J. L., & Ayer, A. J. (1946). Symposium: Other Minds.
Proceedings of the Aristotelian Society, Supplementary Volumes, 20, pp. 122–197.
Oxford University Press.