Cátedra, (16), pp. 171-185, agosto, 2019. ISSN 2415-2358

 

¿QUÉ PASA 7 AÑOS DESPUÉS DEL ESTALLIDO DEL MOVIMIENTO

ESTUDIANTIL?: CONVERGENCIAS EN LOS MOVIMIENTOS CHILENOS DE 2018

 

Camila Ponce Lara69 Investigadora en el Centro de Estudios en Ciencias Sociales y Juventud,

Universidad Católica Silva Henríquez (UCSH).

 

Resumen:

Durante el año 2018, 7 años después del estallido del movimiento estudiantil, emergieron distintos movimientos. El más llamativo y sorprendente, fue el movimiento estudiantil feminista, que originalmente buscaba movilizarse por la gratuidad en la educación, el fin al lucro y al endeudamiento, pero poco a poco las marchas se tiñeron de violeta y se tomaron liceos y universidades en todo el país. Otro movimiento importante fue el anti-extractivista, más conocido como “movimiento por la defensa del territorio y las zonas de sacrificio”. Se movilizaron principalmente ciudadanos en distintas regiones contra los proyectos extractivistas, particularmente la temoeléctrica de Ventanas, situada en la comuna de Puchuncaví, V región. El detonante de este movimiento fue la extraña muerte del activista y pescador Alejandro Castro. Mientras que las últimas grandes movilizaciones acontecidas en Chile el 2018, fueron aquellas en repudio al asesinato del comunero mapuche Camilo Catrillanca, quien fuera acribillado por fuerzas especiales en noviembre del 2018. A partir de esto, este artículo busca comprender las particularidades de estos movimientos; sus convergencias, rupturas, elementos comunes y qué lo diferencian a los movimientos precedentes. Esta investigación se realizó en base a entrevistas en profundidad a activistas y a observaciones participantes en protestas y ocupaciones, como también mediante fuentes secundarias, como la prensa y artículos académicos.

 

Palabras claves: Movimientos sociales, movimiento feminista, movimiento estudiantil, extractivismo.

 

Abstract:

 

 

69 Doctora en Sociología por la Ecole des Haiitec Études en Sciences Socirtles de Paiic fEHESS). F.sta irwestigac:ión se comarca en ‹•.1 pro› ccir› f’ondcc:yt Iniciacié›n n°1 I 1709ïtJ.

t?orreo electríanico: cponce@ucsh.cl Recibido: 18/IV/19 - Aceptado: 28/IV/19

In 2018, 7 years after the entrance of the student movement, different movements become visible. The most creative and surprising was the student feminist movement, which originally sought to mobilize for free education, end of profit and indebtedness. But little by little, the strikes were dyed violet and high schools and universities were taken all over the country. Another important movement was the anti extractivist, better known as the "movement for the defense of the territory and the sacrificial zones". Citizens were mobilized mainly in different regions against extractivist projects, particularly the thermoelectric one located in the V Region, in the Puchuncavi’s district. The spark of this movement was the strange death of activist and fisherman Alejandro Castro. While the last large demonstrations in Chile in 2018, were those against the murder of the Mapuche commoner Camilo Catrillanca, who was gunned down by special forces in November 2018. From this, this article seeks to understand the particularities of these movements, their convergences and ruptures and the common elements and that differentiate them to the preceding movements. This research was conducted on the basis of thorough interviews with activists and observations participating in protests and occupations, as well as through secondary sources such as the press and academic articles.

Key words: Social movements, feminist movement, student movement, extractivism.

 

Introducción

En el año 2018 la sociedad chilena vio emerger distintos movimientos, masivos, originales y sin precedentes. Ciertamente, estos movimientos representan la continuidad de movimientos precedentes, como es aquel movimiento estudiantil del 2011 que movilizó a miles de jóvenes —y no solamente a los jóvenes sino también a sus padres y a la sociedad civil en su conjunto— por una educación gratuita, sin lucro y de calidad paralizando universidades y liceos por meses, y colmando las calles de las principales ciudades del país semanalmente. Los movimientos ecologistas también fueron relevantes en el Chile de principios de la década, puesto que se levantaron cientos de ciudadanos a protestar contra las termoeléctricas de Punta de Choros, en el norte el país, y también contra aquellas del extremo sur, en el movimiento denominado “Patagonia sin Represas”.

 

El movimiento estudiantil fue el impulsor de todos ellos, marcando así el primer ciclo de movimientos sociales, porque se constituye como el movimiento más masivo en la postdictadura, hasta ese entonces, y porque además exige un cambio al modelo neoliberal (Ponce, 2017a; Vera, 2011) y el fin de los enclaves autoritarios (Garretón, 2003). En ese momento se levantaron consignas que exigieron una nueva constitución y la creación de una asamblea constituyente. Muchas de las demandas de aquel movimiento —conducido en su momento por los emblemáticos líderes Camila Vallejo y Giorgio Jackson, actualmente diputados del Congreso— al día de hoy permanecen incumplidas. En algunos aspectos como la gratuidad en la educación, el gobierno de Michelle Bachelet hizo avances, dando gratuidad a un porcentaje de estudiantes más vulnerables (aquellos de los seis primeros deciles), pero no se dio paso a una gratuidad universal y las universidades adherentes al sistema cuentan con importantes déficits (Segovia, 2018). Otros elementos, como la

asamblea constituyente, fueron ampliamente debatidos durante el 2011 y se crearon asambleas territoriales en el gobierno de Bachelet, pero no dio paso a un cambio en la constitución.

 

Así es como, el movimiento estudiantil después del 2011, estaba entonces en una fase de latencia (Melucci, 1988) y los estudiantes y otros sectores políticos sólo esperaban la generación de condiciones necesarias, o más bien la estructura de oportunidad política, para así generar los marcos para la acción colectiva (Tarrow, 1983; Kriesi, 1989). De este modo, en 2018, estos marcos se articularon al compás de los movimientos globales, no solo en el ámbito feminista, sino también en el medio ambiente y la defensa por los pueblos originarios.

 

Durante el año 2018 emergieron distintos movimientos, el más llamativo y sorprendente fue el movimiento estudiantil feminista, que originalmente buscaba movilizarse por la gratuidad en educación, el fin al lucro y al endeudamiento, pero poco a poco las marchas se tiñeron de violeta y se tomaron liceos y universidades en todo el país. Otro movimiento importante fue el anti-extractivista, más conocido como “movimiento por la defensa del territorio y las zonas de sacrificio”. Se movilizaron principalmente ciudadanos en distintas regiones contra los proyectos extractivistas, particularmente la termoeléctrica de Ventanas, situada en la comuna de Puchuncaví, en la V Región. El detonante de este movimiento fue la extraña muerte del líder activista y pescador Alejandro Castro (Toro, 2018). Mientras que las últimas grandes movilizaciones acontecidas en Chile el 2018, fueron aquellas en repudio al asesinato del comunero mapuche Camilo Catrillanca, quien fuera acribillado por fuerzas especiales en noviembre del 2018 (BBC, 2018).

 

A partir de esto, este artículo busca comprender las particularidades de estos movimientos; sus convergencias, rupturas, elementos comunes y qué lo diferencian a los movimientos precedentes. Esta investigación de carácter cualitativo, se realizó en base a entrevistas en profundidad a activistas y a observaciones participantes en protestas y ocupaciones, como también mediante a fuentes secundarias como la prensa y artículos académicos.

 

¿Qué hablamos cuando hablamos de movimientos sociales?

 

La teoría de los movimientos sociales constituye un importante campo de estudios dentro de las ciencias sociales. Las teorías de movimientos sociales abarcan desde la movilización de recursos (McCarthy & Zald; Graig; Tilly & Tarrow), la sociología de la acción y los nuevos movimientos sociales de Alain Touraine (Touraine, 1991), el llamado “paradigma de la identidad” de Melucci (Melucci, 1994), hasta los marcos de la acción colectiva de Snow (Snow & Benford, 1992).

En ese artículo, utilizaremos la definición elaborada por Charles Tilly y Sidney Tarrow, quienes definen un movimiento social como una campaña de reivindicación sostenida en el tiempo, que utiliza representaciones repetidas para hacerse conocido a un público masivo y que se apoya de organizaciones, redes, tradiciones y solidaridades. El movimiento asociado a una campaña de reivindicación con estas características, puede manifestarse a través de: un conjunto de representaciones públicas tales como marchas, concentraciones, manifestaciones, creación de asociaciones especializadas, reuniones, declaraciones, peticiones, envío de cartas, lobby; la expresión visible de la dignidad, la unidad, la masa, del compromiso mediante el uso de ciertos colores, chapas o insignias, un desfile disciplinado, slogans cadenciosos o coros y de concentraciones frente a edificios públicos (Tilly & Tarrow, 2008). Para estos autores, además, no basta simplemente con la existencia de demandas y de una organización social, sino que es necesario contar con oportunidades y recursos. Con oportunidades se refiere a la aparición de crisis políticas o debilitamiento de los grupos de poder. Por lo tanto, los movimientos abordados en este artículo pueden ser analizados a luz de esta teoría de movilización de recursos, puesto que todas ellas emergen en una crisis y debilitamiento del gobierno de derecha y bajo condiciones de mayor articulación de distintas organizaciones. Elementos que abordaremos más adelante en el texto.

 

Asimismo, los movimientos contra el extractivismo, el movimiento feminista y por los pueblos indígenas, también pueden ser comprendidos a la luz de la teoría de Nuevos Movimientos Sociales (NMS) desarrollada por Touraine. Dentro de esta línea de pensamiento dialogan diferentes autores, entre los cuales es posible identificar a Melucci, quien define estas nuevas formas de movilización en el feminismo, el ecologismo, el consumismo, los movimientos regionalistas y estudiantiles, aquellos provenientes de la contra-cultura juvenil, los movimientos anti institucionales y las luchas obreras en las cuales participan inmigrantes y jóvenes obreros (Melucci, 1988). Según Neveu estos nuevos movimientos tendrían la particularidad de generar una ruptura con los “antiguos” tales como el sindicalismo y el movimiento obrero (Neveu, 1996). Cuentan con estructuras más descentralizadas dejando una gran autonomía a las bases, además que prefieren formas poco institucionalizadas de protesta tales como los sit-in, ocupaciones de locales o huelgas de hambre. Estos movimientos buscan una dimensión lúdica y anticiparse a las expectativas de los medios. Según Manuel Castells, los movimientos sociales son los únicos sujetos capaces de generar nuevas identidades en la era de la información, puesto que transformarían, para bien o para mal, los valores y las instituciones de la sociedad y contribuirían a construir realidad (Castells, 2001).

 

A la luz de estas definiciones, los movimientos que se analizarán, como el movimiento de feminista, el movimiento contra el extractivismo o el movimiento en apoyo a los pueblos originarios, serán abordados a partir de elementos touraineanos, sin por esto dejar de lado e incorporar elementos de otros autores. Así es como se caracterizarán estos movimientos por sus acciones conflictivas, como las explica Touraine, movilizando recursos, oportunidades y organizaciones políticas según las definen Tilly y Tarrow, además de la transformación de valores que generarían estos movimientos, señalado por Castells.

 

Movimientos sociales post 2011 en la era global

El año 2011 representa un momento clave en la historia de los movimientos sociales, puesto que en este momento se conjugan de manera paralela movilizaciones en todo el mundo, y particularmente “movimientos de plazas”, como aquellas de Tahrir en El Cairo (Khosrokhavar, 2012); en la plaza Taksim en Istambul (Eleri, 2016; Günce, 2016); los indignados de la plaza del Sol, en Madrid (Tejerina y Agudo, 2016); y las movilizaciones estudiantiles de la Mane en Colombia, Acampa Sampa en Brasil (Galindo, 2016) y las movilizaciones estudiantiles en Chile (Vera, 2012; Fernandez, 2013; Ponce, 2017). Todas ellas se vinculan con las movilizaciones alter-activistas acontecidas diez años antes en Seattle (Pleyers, 2010). En todos estos movimientos se destaca el carácter horizontal de la protesta y la no presencia de organizaciones estructuradas (Castells, 2012). Sin embargo, en las movilizaciones estudiantiles de 2011 en el caso chileno, los líderes y las federaciones siguen ocupando un rol fundamental (Ponce, 2017a). Por lo tanto, surge la pregunta sobre lo que ocurre 7 años después en las movilizaciones actuales en Chile. Esta investigación busca comprender la emergencia de estos movimientos, tratando de analizar las continuidades y rupturas entre ellos.

 

El movimiento estudiantil feminista: una ola violeta y juvenil.

Si bien, el movimiento estudiantil del 2011 tuvo una ventana de oportunidad importante, que fue el gobierno de derecha de Sebastián Piñera, el primer gobierno de derecha en democracia, en 2018 las cosas no serían muy distintas. En 2018, al iniciarse un nuevo mandato de este poderoso personaje de la derecha chilena, era de esperar que floreciera una nueva ola de protestas. Las llamativas y creativas marchas estudiantiles de 2011 se transformaron en una ola violeta y feminista. Las demandas contra la mercantilización del derecho a la educación, que continúa endeudando a los estudiantes y permite a las instituciones lucren de manera inescrupulosa, siguen estando presentes, pero la activación política estudiantil se mezcló con la fuerza de las mujeres que se enarbolaron contra el acoso en las distintas facultades y campus, y demandaron la constitución de una educación no sexista. Así es como este movimiento se articuló a partir de demandas que exigían una educación inclusiva y la elaboración de protocolos contra el acoso, en sus distintas expresiones.

 

Las masivas marchas estudiantiles presentaron cada vez más reivindicaciones de carácter feminista, y ya no solo desfilaban las universidades más politizadas del país, dentro de las cuales están la Universidad de Chile, la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (UMCE) o la Universidad de Chile— sino que también empezaron a participar estudiantes provenientes de universidades conservadoras, católicas, como aquellas del Opus Dei o de los Legionarios de Cristo. Estudiantes que se caracterizaban por protestar contra la legalización del aborto o el uso de la píldora de interrupción del embarazo, ahora también eran parte de este movimiento. Ya no solo salieron a las calles los estudiantes de izquierda sensibles a la demanda por la universidad pública y gratuita, sino también aquellos que

querían tener salas de clases libres de acoso y de violencia machista. También se movilizaron las liceanas —estudiantes de educación secundaria— con su propia agenda, como era tener liceos mixtos y sin violencia sexista. Así es como las tomas contabilizaron cerca de 29 instituciones en algún tipo de movilización durante el mes de mayo de 2018.

 

Un elemento de continuidad de este movimiento con el estudiantil es que se origina en la universidad, a partir de organizaciones y una politización feminista de colectivos que tienen una raigambre importante en esta institución (Follegati, 2018). Aunque más allá de los colectivos y organizaciones, se generan espacios de socialización que permiten la instalación de discursos y demandas. Este movimiento de 2018 tiene particularidades que lo diferencian de los movimientos precedentes, como el movimiento estudiantil o el movimiento feminista de los ochentas, puesto que no tiene organizaciones políticas o liderazgos definidos. Las federaciones estudiantiles no tienen relevancia en este movimiento, lo que marca una nueva manera de hacer política y se acerca a los movimientos globales de carácter feminista, como es el caso de la #NiUnaMenos.

 

Las marchas que en el año 2011 nos encandilaban con su creatividad y nuevas formas de acción colectiva como el 7asú mob y las performances —donde los estudiantes organizaban besatones por la educación, cacerolazos o corridas por la educación— (Ponce, 2017b), a partir de este nuevo movimiento, demostraron que el cuerpo también permite crear nuevas formas de acción colectiva de carácter performativo. De este modo, las estudiantes utilizaron el cuerpo y lo despojaron de su carácter objetualizado; pasó a ser un arma de protesta. Ejemplos de esto fueron aquellas mujeres que, con capuchas en las cabezas, revelaron sus pechos y pintaron su cuerpo como un lienzo con frases contra el patriarcado y la violencia de género. Las instalaciones y performance ya no eran solamente llamativas y originales, sino que buscaron incomodar y cuestionar a la ciudadanía. Todas las manifestantes pasaron a tener sus propios lienzos y demandas, si no era en el cuerpo lo hacían en un afiche, pero cada una de ellas se volvió protaginista, articulando un relato.

 

En las universidades y liceos se fomaron asambleas feministas que buscaron crear protocolos contra el acoso, y además recopilar relatos de acoso de profesores y alumnos. Las plataformas online se utilizaron también con el mismo fin, donde se viralizaron y se acusaron a distintos profesores. Muchos de ellos fueron expuestos con nombre y apellido, con carteles a las entradas o en los patios de sus casas de estudio para informar así a la comunidad. Un caso emblemático de estas prácticas fue el de la Universidad Católica de Chile —reconocida por su conservadurismo y por gestar al partido de extrema derecha en Chile— donde se recopilaron frases machistas de profesores, documento firmado por 127 estudiantes (El Puclítico, 2018). Posterior a esto se realizaron tomas y contra tomas de estudiantes conservadores, dejando en evidencia la magnitud del conflicto.

Uno de los elementos destacables de este movimiento es que tiene un fuerte anclaje histórico. Por un lado, existe en él una explícita reivindicación del movimiento feminista de los años ochenta, que destaca el legado de las mujeres que lucharon en dictadura y recuerda a aquellas que fueron violadas y torturadas por el régimen de Pinochet. Este movimiento de mujeres que tenía slogans como “democracia en el país y en la casa” luchó incansablemente por los derechos humanos de aquellos desaparecidos y torturados por la dictadura, además de reivindicar a las mujeres que tenían poco y nada de acceso a derechos y que cada vez más, estos derechos eran más regresivos para ellas (Ponce, 2018). Recordemos que, por ejemplo, el aborto con fines terapéuticos está permitido entre los años 1931 y 1989. Con la introducción del artículo 119 del Código Sanitario era posible “intemimpir el embarazo por casusas de salud de la mujer, para la cual basta la firma de dos médicos cirujanos” (Molina, 2009). Sin embargo, este artículo es revertido durante los últimos días de la dictadura. Así es como, en las conmemoraciones del último 11 de septiembre, se realizaron instalaciones que buscaron reivindicar de alguna manera a aquellas mujeres caídas en la dictadura, violadas, torturadas y desaparecidas.

 

Paralelamente, este movimiento dialoga con los movimientos estudiantiles precedentes, incorporando demandas como la educación no sexista y el lenguaje inclusivo, buscando debatir sobre una educación para todes y la generación de protocolos contra el acoso en todas sus formas. Asimismo, este movimiento tampoco está desarticulado ni busca desatender las luchas contra el femicidio y los cuerpos maltratados. Se incorpora al movimiento internacional de #NiUnaMenos, y en muchas universidades y espacios públicos se realizaron velatones 70 recordando a las mujeres asesinadas por sus parejas. Igualmente, aparecen y reaparecen las demandas por el derecho al aborto libre y gratuito para todas las mujeres; en clara sintonía con el masivo movimiento de los pañuelos verdes en Argentina7l .

 

Así es como, este movimiento desafía a las autoridades de las instituciones educativas - universidades y liceos— y del Estado. Tal vez por su novedad y el nivel disrupción, este movimiento no encuentra en el gobierno de Sebastián Piñera ningún interlocutor o interlocutora válida. Mucho menos en el marco de una campaña gubernamental abocada a impedir —a partir de distintos subterfugios— la aplicación de la ley del aborto por 3 causales (Alarcón y Medrano, 2018). Una ley que fue un gran logro del gobierno de Bachelet, pero que para las activistas feministas fue solo un primer paso para todo lo que se esperaba de la primera presidenta mujer. Sin embargo, el movimiento sí ha merecido la atención por parte de diputadas de la oposición que alzaron su voz y reivindicaron la importancia de la acción feminista en los distintos espacios universitarios y secundarios. Muchas de ellas, principalmente del Frente Amplio y de la Nueva Mayoría, presentaron un proyecto de ley para legalizar el aborto libre, seguro y gratuito (Aste, 2018).

 

 

 

7’ Forma de acción colectiva que originalmente se utiliza para recordar a los desaparecidos, torturados y asesinados por la dictadura militar. Se realizan principalmente los 11 de septiembre en la postdictadura.

7' El movimiento de los pañuelos verdes en Argentina busca el aborto libre, gratuito y seguro.

Más tarde, durante el segundo semestre del 2018, las tomas y paros feministas dejaron de ser el foco de atención de los medios de comunicación. Sin embargo, las estudiantes feministas continúan recordando las luchas del pasado, construyéndose y deconstruyéndose como feministas para dar paso a nuevas generaciones, con hombres y mujeres más conscientes de sus derechos y de la necesidad de construir una sociedad igualitaria.

 

Movilizaciones anti extractivas y por la defensa del Wallmapu.

El movimiento anti extractivista, ha estado presente en la postdictadura y con mayor fuerza a partir del 2010, al calor de las luchas contra la instalación de grandes proyectos extractivos como fue el caso de Pascua Lama72 en la Región de Atacama, al extremo norte del país, Punta de Choros 7' en la Región de Coquimbo, o Patagonia Sin Represas 74, en el extremo sur. Sin embargo, en 2018 fue una central termoeléctrica —compuesta por 4 termoeléctricas y con más de 50 años de operación— la que generó una batahola y el despertar de la comunidad de Puchuncaví, levantando la consigna de “No + Zonas de Sacrificio” producto de los altos índices de contaminación que genera en la zona.

 

La publicación de un estudio realizado por el Departamento de Medio Ambiente del Colegio Médico, y los constantes y diversos malestares de la comunidad, revelaron que los habitantes de la zona estaban expuestos diariamente a importantes sustancias tóxicas, como el nitrobenceno, el metilcloroformo (tricloroetano), el tolueno y el isobutano. El hecho de estar en contacto con las sustancias antes descrita, facilita el riesgo de contraer algún tipo de cáncer, por ejemplo un cáncer broncopulmonar, de vejiga, renal, de vías urinarias, hígado o piel, como también riesgo de infarto al miocardio y accidentes cerebrovasculares (Osses, 2018).

 

Por otro lado, el movimiento mapuche se articula a partir de la demanda histórica que representan las expropiaciones de terrenos y la violencia permanente que el estado chileno ha realizado a ese pueblo, a partir de la denominada “pacificación de la Araucanía”. Consecuentemente, los gobiernos de la posdictadura, tanto de la Concertación como de la derecha, han asumido estas reivindicaciones más bien como una problemática de amenaza,

 

 

72 Proyecto binacional (Chile y Argentina) a cargo de la empresa minera Barrick Gold. Este proyecto se sitúa en la Región de Atacama en el norte de Chile. El proyecto es polémico puesto que implica la extracción de minerales en tres glaciares que alimentan ríos de localidades nortinas donde existe escasez hídrica. Aunque el proyecto fue clausurado por el tribunal ambiental en 2018, la empresa no descarta reimpulsar nuevamente el proyecto.

7' El proyecto de Barrancones en Punta de Choros generó importantes movilizaciones, puesto que buscaba instalar una termoeléctrica a pocos kilómetros de la reserva nacional del Pingüino Humboldt en Punta de Choros. Esta zona representa un importante polo turístico porque concentra una diversidad de flora y fauna único en el país. Actualmente, los activistas se movilizan contra el proyecto portuario de Dominga.

7‘ Patagonia Sin Represas fue un movimiento iniciado por Douglas Tompkins, empresario ecologista, quien junto a otras organizaciones ecologistas, se movilizó contra HidroAysén. Empresa que buscaba instalar 5 hidroeléctricas en la Región de Aysén, al sur de Chile. El proyecto aprobado en un inicio en 2011 y finalmente rechazado en 2014.

un problema de seguridad y de territorismo, criminalizando a los activistas del pueblo mapuche. Así es como este movimiento, además de las reivindicaciones señaladas, exige ponerle fin a las políticas extractivas en la zona oponiéndose a las forestales que destruyen ecosistemas y se apropian de enormes extensiones de territorio. Tal como lo señalan algunos investigadores como Pairicán (2014), en los años 90 Porecen los monocultivos de eucaliptus, así como la organización de militantes conscientes y agraviados frente al terrorismo de estado presente en la región. Un ejemplo de esto, son las empresas Forestal Arauco y Mininco S.A, las que poseen cerca de 2 millones de hectáreas concentradas en el terrorio mapuche —denominado “Wallmapu”— al sur del país.

 

Sin embargo, este movimiento no había sido capaz de capitalizar solidaridades de los otros movimientos sociales, ni de la ciudadanía, que tampoco había tenido la intención de atender las demandas de este pueblo originario ni repudiar la represión estatal en la zona donde se concentra principalmente el pueblo mapuche (Ponce y Leone, 2019). A pesar de que hace bastante tiempo muchos jóvenes venían siendo asesinados por la represión policial. Ejemplos de esto hay muchos, tales como Alex Lemún asesinado por carabineros en una recuperación de tierras en 2002; Matías Catrileo quien fuera acribillado por un carabinero en la toma del predio Santa Margarita en 2008; o el caso de los hermanos Agustina y José Mauricio Huenupe, también asesinados en una recuperación de tierras el 2002 (Diario Uchile, 2018).

 

Así es como la muerte de dos activistas durante el 2018 activó las movilizaciones por la defensa de las “zonas de sacrificio” y Wallmapu de manera unificada. En un primer momento, Alejandro Castro, pescador, dirigente sindical y activista del movimiento anti extractivista en Quintero, apareció ahorcado en los alrededores de Valparaíso, el 4 de octubre del 2018. Esta muerte generó muchas interrogantes, y el caso fue abordado como un suicidio (Segovia, 2018). Más tarde, el asesinato del joven comunero mapuche Camilo Catrillanca, el 14 de noviembre de 2018 acribillado por las fuerzas especiales (BBC, 2018), representa un momento “visagra”, puesto que las protestas que ya se estaban generando por las zonas de sacrificio se sumaron a las muestras de apoyo de distintos sectores de la sociedad chilena y los ciudadanos de todo el país no tardaron en salir a las calles. Asimismo, las distintas platafomas online fueron utilizadas para difundir información de la violencia en las protestas y Wallmapu, y hacer críticas contundentes al gobierno.

 

Es así es como a inicios del mes de noviembre, distintas organizaciones socioambientales de la Región de Valparaíso (entre las cuales se destaca el Cabildo Abierto Quintero, Puchuncaví) anunciaron una importante marcha para el día 15 de noviembre, denominada “No más zonas de sacrificio. Que los territorios se levanten y ejerzan soberanía”. Todo esto con el fin de reivindicar la recuperación del territorio y al mismo tiempo dar fin a los llamados “mega proyectos contaminantes” como las iniciativas de explotación ambiental, y también retomar demandas del movimiento mapuche (Ponce y Leone, 2019).

Este movimiento unificado instaló repertorios de acción colectiva, antes utilizados por el movimiento estudiantil, como son los cacerolazos, realizados de manera instantánea (Nuñez, 2018), organizados por redes sociales y whatsapp, exigiendo el esclarecimiento del caso, el fin de la violencia en las protestas y al pueblo mapuche y la salida del ministro del Interior, Andrés Chadwick. Asimismo, algunas universidades que ya habían tenido paros y tomas feministas, volvieron a movilizarse, como fue el caso de la Universidad Autral, Universidad Católica de Temuco, Universidad de La Serena y Universidad de Chile (Batarce, 2018).

 

Por su parte, el gobierno y la policía dieron cuenta de su falta de coordinación y de coherencia, y se desdijeron en distintos momentos, hasta el punto que luego de haber acusado a Catrillanca de un robo común y de enfrentamientos con Carabineros, terminaron por filtrarse los videos del caso y uno de los implicados terminó revelando los hechos y declarando que había sido “inducido a la mentira” por sus superiores (Liencura, 2018). Información que fue difundida por todos los medios de comunicación, y a partir de lo cual se despidieron altos cargos de la policía y de las direcciones regionales.

 

A partir de estos hechos, los movimientos mapuche y extractivista se acercan y las movilizaciones retoman ambas demandas. Asimismo, el movimiento estudiantil también se vincula a varias de estas problemáticas, porque la misma universidad es un espacio de experiencia donde germinan y florecen los distintos movimientos sociales de este nuevo ciclo político. El movimiento estudiantil cruza y conecta las distintas demandas y activistas, dando origen al movimiento estudiantil feminista del 2018, pero también a reivindicaciones que buscan terminar con el modelo neoliberal (Garretón, 2016). Fueron cientos de personas las que quisieron demostrar su malestar frente a la impunidad del asesinato de Camilo Catrillanca, de Alejandro Castro y las zonas de sacrificio. Muchos asistentes a las manifestaciones vistieron coloridos atuendos mapuche, o las banderas de Wallmapu. La mayoría de ellos eran jóvenes, pero otras generaciones también se hacían presentes en las movilizaciones. Así es como las movilizaciones estudiantiles, ambientalista y mapuche confluyeron, generando un efecto transformador en la sociedad chilena.

 

Conclusiones

Las recientes movilizaciones feministas del 8 de marzo del 2019 fueron concluyentes en las ideas expuestas en este artículo, puesto que los sujetos que salieron a protestar ese día no exigían únicamente educación no sexista o el fin a la violencia machista. Las pancartas de los manifestantes también exigían la desmilitarización del territorio de Wallmapu o el fin de las zonas de sacrificio a lo largo y ancho de todo el país. Las mujeres levantaron pancartas por aquellas que se identifican con el pueblo mapuche, con las minorías LGTBI o las migrantes. En la Alameda se llevó a cabo la manifestación feminista más grande de la historia de Chile, con más de 150 mil personas —avenida principal donde históricamente se realizan las manifestaciones— donde desfilaron hombres y mujeres exigiendo el fin al patriarcado, además de un Chile más justo e inclusivo.

 

Por lo tanto, es posible dar cuenta que los actores y las protestas del Chile actual cambiaron. El carácter carnavalesco y performático de la protesta que se configuró como un elemento nuevo en 2011, llegó para quedarse. Las danzas, los disfraces y las instalaciones, que eran llamativos en el movimiento estudiantil y que le quitaron el carácter criminalizado a los manifestantes de antaño —como era el sujeto encapuchado— hoy pasaron a ser un elemento necesario. En las protestas feministas si las manifestantes no portan sus reivindicaciones en carteles personales, lo hacen en su propio cuerpo utilizándolo como un lienzo más. Descubren sus pechos, se pintan la cara como si fueran mujeres golpeadas, se dibujan símbolos de género, llevan pañuelos verdes o violetas o portan camisetas con frases feministas. Similar es el caso de las protestas por Wallmapu, donde abundan las banderas que representan la unidad de los pueblos indígenas o las vestimentas mapuche, pero la represión en estas protestas es finalmente, su elemento más característico.

 

En consecuencia, las demandas dejaron de ser sectoriales para aunarse en una gran movilización intersectorial e intergeneracional. Las y los manifestantes dejaron de ser únicamente jóvenes estudiantes, sino que también participaron trabajadores, niños y personas de la tercera edad. Por lo cual, el año 2018 se transformó en un año visagra que abrió el camino a un 2019 donde el movimiento social se hizo más fuerte y unificado, para así dar paso a nuevas reivincidaciones y sujetos comprometidos, y generar una sociedad más justa y solidaria.

Bibliografía

 

Castells, M. (2001) La galaxie internet, Paris, Fayard.

 

Castells, M. (2012) Networks of Outrage and Hope: Social Movements in the Internet Age.

Cambrigde, Polity Press.

 

Eleri, E. (2016), “L’engagement en mouvement : des “soixante-huitards” à la résistence de Gezi” en Pleyers, G. y Capitaine, B. (Eds), Mouvements sociaux. Quand le sujet devient acteur, Paris, Editions Fondation Maison des Sciences de l’Homme.

 

Fernández, J. (2013), “Movimiento estudiantil en Chile (2011): Repertorios de acción, marcos de acción colectiva y desafíos para la política pública” en Circunstancia, 31, pp. 1-10.

 

Galindo, L. (2016), “La red como cronotopo: Internet y prácticas políticas en el Movimiento Estudiantil Colombiano Mane y Occupy São Paulo” en Observatorio (OBS*), IN(Dossier especial), 141-160.

 

Garretón, M. A. (2003) Incomplete Democracy, North Carolina, Chapel Hill.

 

Garretón, M. A., et al. (2016) La gran ruptura. Institucionalidad política y actores sociales en el Chile del siglo XXI, Santiago, LOM.

 

Günce, D. (2016), “Le parc Gezi : l’espace d’un mouvement social dans un imaginaire global” en: Pleyers, G. & Capitaine, B. (Eds), Mouvements sociaux. Quand le sujet devient acteur, Paris, Editions Fondation Maison des Sciences de l’Homme.

 

Khosrokhavar, F. (2012) The New Arab Revolutions that Shook the World, Londres, Paradigm Publishers.

 

Kriesi, H. (1989), “New social movements and the new class in the Netherlands” en American Journal ofsociology, 94{5), pp. 1078-1116.

 

Melucci, A. (1988) Social movements and the democratization of everyday life, Londres, Verso.

 

Molina, R. (2009), “Es seguro el aborto de causal médica en Chile” en Revista Chilena de Obstetricia y Ginecología, 74(5), pp. 273-275.

 

Montenegro, L. (2018), “El feminismo se ha vuelto una necesidad: movimiento estudiantil y organización feminista (2000-2017)” en Anales de la Universidad de Chile (14), pp. 261-291.

 

Neveu, E. (1996) Sociologie des mouvements sociaux, Paris, La découverte.

 

Pairicán, F. (2014) Malon:la rebelión del movimiento mapuche, 1990-2013, Santiago, Pehuén.

 

Pleyers, G. (2010) Alter-globalization. Becoming actors in the global age, Cambridge, Polity Press.

 

Ponce, C. (2017a) Des livres à la rue : la transformation culturelle et politique des jeunes militants chiliens à partir des mobilisations étudiantes de 2011, Paris, Tesis defendida en la École des Hautes Études en Sciences Sociales de Paris.

 

Ponce, C. (2017b), “Internet, nuevas formas de acción colectiva y subjetividades políticas: movilizaciones estudiantiles chilenas del 2011” en Persona y Sociedad, 31{2), 173- 196.

 

Snow, D. A. y Benford, R.D. (1992), “Master Frames and Cycles of Protest”. en A. D. Morris and C. M. Mueller (eds.), Frontiers in Social Movement Theory. New Haven, Yale University Press.

 

Tejerina, B. y Agudo, Y. (2016), “Crisis de la democracia y Movimiento 15M. Alternativas democráticas y efecto de la movilización reciente en España” en María Lucero Jiménez (Ed.), Jóvenes en movimiento en el mundo globalizado, Ciudad de México, Editorial UNAM.

 

Tilly, C. & Tarrow, S. (2008) Politique(s) du conflit. De la grève à la révolution. Paris, Presse de Sciences Po.

Touraine, A. (1991) Los movimientos sociales. Ciudad de México, Editorial Almagesto. Vera, S. (2012), “Cronología del conflicto: El movimiento estudiantil en Chile, 2011” en

Anuario del Conflicto Social 2011, pp. 247-251.

 

Artículos de prensa

 

Alarcón, M. y Medrano, C. (2018), “Cambios en ley de aborto inicia el conflicto entre oposición y gobierno” en Diario Uchile, https://radio.uchile.cl/2018/03/26/cambios- en-ley-de-aborto-inicia-el-conflicto-entre-oposicion-y-gobierno/

 

Aste, F. (2018), “Parlamentarios presentarán proyecto de ley de aborto libre” en La Tercera, 25 de julio de 2018. Consultado el 5 de abril de 2019:

https://www.latercera.com/politica/noticia/parlamentarios-presentaran-proyecto-ley-aborto- libre/256567/

 

Batarce, C. (2018), “U. Austral inician paro por “represión y violencia de Estado”” en La Tercera, 21 de noviembre de 2018. Consultado el 3 de abril de 2019:

https://www.latercera.com/nacional/noticia/tras-muerte-catrillanca-estudiantes-la-u-austral- inician-paro-represion-violencia-del-estado/411640/

 

BBC (2018), “Camilo Catrillanca: quién era el joven “guerrero mapuche” cuya muerte por un disparo de la policía generó protestas en Chile” en BBC, 16 de noviembre 2018. Consultado el 3 de abril de 2019: https://www.bbc.com/mundo/noticias-america- latina-46233851

 

Diario Uchile, (2018), “Camilo Catrillanca no es el único: los mapuches asesinados en democracia” en Diario Uchile, 15 de noviembre de 2018. Consultado el 1 de abril del 2019: https://radio.uchile.cl/2018/11/15/camilo-catrillanca-no-es-el-unico-los- mapuches-asesinados-en-democracia/

 

El Puclítico, (2018). “Derecho UC despierta” en El Puclítico, 13 de mayo de 2018. Consultado el 11 de abril de 2019: https://www.elpuclitico.cl/2018/05/13/derecho- uc-despierta/

 

Liencura, J. (2018), “Hermes Soto fue citado a La Moneda en medio de polémica por acusasiones de “inducción a la mentira” en Publimetro, 3 de diciembre de 2018. Consultado el 18 de abril de 2019:

https://www.publimetro.cl/cl/noticias/2018/12/03/hemes-soto-citado-moneda- induccion-mentira.html

 

Nuñez, L. (2018), “Cacerolazos por caso Catrillanca convoca protestas pacíficas en Santiago y en algunas ciudades de regiones” en Emol, 18 de noviembre de 2018. Consultado el 1 de abril del 2019:

https://www.emol.com/noticias/Nacional/2018/11/18/927815/Cacerolazo-por-caso- Catrillanca-convoca-protestas-pacificas-en-Santiago-y-en-algunas-ciudades-de- regiones.html

 

Osses, B. (2018), “Quintero y Puchuncaví: Informe del Colegio Médico advierte de nocivos efectos en la salud por contaminantes” en Emol, 11 de octubre de 2018. Consultado el 10 de abril de 2019:

https://www.emol.com/noticias/Nacional/2018/10/11/923707/Emergencia-en- Quintero-y-Puchuncavi-Informe-del-Colegio-Medico-advierte-de-nocivos-efectos- en-la-salud-por-contaminante.html

 

Ponce, C. (2018), “Chile: una ola violeta contra el conservadurismo. El nuevo movimiento feminista en Chile” en Nueva Sociedad, Septiembre 2018, Consultado el 5 de abril del 2019: http://nuso.org/articulo/la-ola-violeta-que-enfrenta-al-conservadurismo- chileno/

Ponce, C. y Leone, M. (2019), “El asesinato del mapuche Catrillanca y el activismo solidario en Chile” en Open Democracy, 16 de enero de 2019. Consultado el 10 de abril de 2019: https://www.opendemocracy.net/es/el-asesinato-de-camilo- catrillanca-y-el-movimiento-mapuche-en-chile/

 

Segovia, M. (2018a), “La paradójica gratuidad universitaria que dejó el gobierno de Michelle Bachelet” en El Mostrador, 18 de diciembre de 2018. Consultado el 9 de abril de 2019: https://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2018/12/18/la-paradojica- gratuidad-universitaria-que-dejo-el-gobierno-de-bachelet/

 

Toro, I. (2018), “Alejandro, el dirigente de Quintero: La inesperada muerte que complica a la Moneda” en La Tercera, 5 de octubre de 2018. Consultado el 12 de abril de 2019: https://www.latercera.com/la-tercera-pm/noticia/alejandro-el-dirigente-de-quintero- la-inesperada-muerte-que-complica-a-la-moneda/343431/