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La mayoría de los problemas que enfrenta la humanidad se ven agravados por los
problemas que atacan a la naturaleza, y por eso ambos necesitan de un enfoque transversal
que incluya la sostenibilidad ambiental para ser solucionados integralmente. Desde la
contaminación del aire y nuestros mares, la deforestación, la depredación animal, hasta el
acceso inequitativo a alimentación saludable, el deficiente sistema de transporte, la falta de
viviendas seguras, y un largo etcétera. Por otro lado, es innegable que la pobreza es un factor
clave que agrava terriblemente los efectos de la injusticia ambiental. No es difícil imaginarse
quienes serían las poblaciones más afectadas por las enfermedades asociadas a la
contaminación del aire, por ejemplo.
La falta de información y de recursos también ocasiona que los excluidos del sistema
educativo les resulte más difícil tomar conciencia sobre la importancia de todo esto, y
contribuyan a la contaminación. Por otro lado, no se puede hacer alusión a lo anterior sin
mencionar que los principales responsables de la contaminación son los gobiernos y las
grandes empresas, no las personas individuales. Vale la pena recordar que muchos de los
actos de injusticia ambiental constituyen una violación directa al derecho internacional, entre
otros instrumentos, a la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Cuando se abordan temas políticos, los problemas del medio ambiente suelen dejarse
fuera de la mesa donde se toman las decisiones importantes y trascendentales, como si se
tratara de algo menor y aislado, sin repercusiones directas para la sociedad en su conjunto.
Frente a la situación actual, hoy más que nunca, todas y todos tenemos la responsabilidad
ética de convertirnos en ambientalistas en nuestro día a día. Llego el momento de reconocer
que sin sostenibilidad ambiental no puede haber desarrollo, y sin justicia ambiental,
simplemente no hay justicia.