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ISSN L 3072-9645
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La pedagogía, los valores y la calidad de la educación, a partir de
las vivencias positivas
Pedagogy, values and quality of the education, from positive
experiences
Migdalia Bustamante
Universidad de Panamá, Facultad de Educación, Panamá.
https://orcid.org/0000-0002-2782-8129.
migdalia.bustamantev@up.ac.pa.
Fecha de Recepción Fecha de Aprobación
(27/abril/2024) (4/agosto/2024)
DOI:
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Resumen
El pedagogismo, primero como intento doctrinario, y ahora, como ciencia, es la
estructura más compleja y significativa de las ciencias de la educación. Como
doctrina, acepta las diferentes posturas o corrientes filosóficas primarias, producto
de las diferentes Escuelas del Pensamiento Griego: el hilozoísmo de Tales de
Mileto, el sofismo de Pitágoras de Abdera, el panteísmo de Parménides de Elea, el
atomismo de Leucipo y Demócrito, hasta llegar a los tres grandes de la filosofía
occidental: Sócrates, Platón y Aristóteles y, posteriormente, otros filósofos que
siguieron las mismas líneas de pensamientos y de trabajo. Originalmente, se lo
conocía como el arte de educar a los niños; y hoy, como una ciencia social, que
provee las bases fundamentales y orienta la delicada misión de los sistemas
educativo de cualquier índole; posee su propio cuerpo metodológico de
investigación, para lograr sus conocimientos del hombre y la sociedad y trabaja
mancomunadamente con la Didáctica, como el arte de conducir la enseñanza y los
aprendizajes. La pedagogía y, por ende, las ciencias de la educación, se auxilian,
además, con otras ciencias y se convierte en un modelo sistemático y holístico que
cubre todos los aspectos del saber humano. Agregado a esto, en primera instancia,
se puede considerar a la pedagogía y a la psicología como ciencias principales,
porque aportan la teoría y los procesos para el logro de los aprendizajes en la praxis.
Además, como se dijo arriba, se apoya en diversas disciplinas que favorecen las
prácticas educativas, facilitando un proceso pedagógico-didáctico, dinámico y
colaborativo, para que se logren competencias deseadas a partir del dominio del
conocimiento que, como dice Joseph Novak, fundamentando sus principios en la
teoría de David Ausebel, para que el estudiante aprenda a integrar el pensar, el
sentir y el actuar para que haya un aprendizaje significativo y relevante que lo lleve
a lograr los conocimientos; y, agregamos nosotros, también eficaz, eficiente y
práctico, para el logro del desarrollo del estudiante y se convierta en la vivencia
plena de una educación en valores y, a su vez, contribuya a la formación de la familia
como base fundamental de la sociedad.
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Palabras claves: Educación de Calidad; vivencia de los valores; vocación;
etnografía en el aula; observación participante
Abstract
Pedagogy, first as a doctrinal attempt, and now, as a science, is the most complex
and significant structure of the educational sciences. As a doctrine, it accepts the
different positions or primary philosophical currents, product of the different Schools
of Greek Thought: the hylozoism of Thales of Miletus, the sophism of Pythagoras of
Abdera, the pantheism of Parmenides of Elea, the atomism of Leucippus and
Democritus, until reaching the three greats of western philosophy: Socrates, Plato
and Aristotle and, later, other philosophers who followed the same lines of thought
and work. originally, was known as the art of educating children; and today, as a
social science, which provides the fundamental bases and guides the delicate
mission of educational systems of any kind; it has its own methodological body of
research, to achieve its knowledge of man and society and works together with
Didactics, as the art of conducting teaching and learning. Pedagogy and, therefore,
the educational sciences, are also helped by other sciences and become a
systematic and holistic model that covers all aspects of human knowledge. In
addition to this, in the first instance, pedagogy and psychology can be considered
as the main sciences, because they provide the theory and processes for the
achievement of learning in praxis. In addition, as stated above, it is supported by
various disciplines that favor educational practices, facilitating a pedagogical-
didactic, dynamic and collaborative process, so that desired competencies are
achieved from the mastery of knowledge that, as Joseph Novak says, basing its
principles on the theory of David Ausebel, so that the student learns to integrate
thinking, feeling and acting so that there is significant and relevant learning that
leads to achieving knowledge; and, we add, also effective, efficient and practical, for
the achievement of the integral development of the student and becomes the full
experience of an education in values and, in turn, contributes to the formation of the
family as the fundamental basis of society.
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Keywords: Quality Education; experience of values; vocation; ethnography in the
classroom; participant observation
Introducción
Mientras no se promueva una educación de calidad fundamentada en valores y no
exista un acuerdo entre todos los actores sociales y, además, haya un apropiado
nivel de tolerancia, el país seguirá, irresponsablemente, pagando las
consecuencias. Al respecto, son precisos los señalamientos de Hortal (2002) ha
señalado que la escuela además de impartir enseñanza, se espera que contribuya
a la formación de las personas de modo que puedan participar plenamente de la
vida plena y en la cultura de la sociedad en que han nacido o están creciendo. Y
continúa diciendo "Para seguir llevando la vida que llevamos o que intentamos llevar
se necesita no solo la escuela, sino también los conocimientos que se investigan en
la universidad». De ser así, creemos que una educación universitaria y de nivel
superior de calidad, fundamentada en valores y principios nos debe conducir, no
solo a la adquisición de conocimientos a través de la teoría y la práctica sino,
también, a la formación del carácter y la personalidad para el logro del desarrollo de
la persona humana. En este sentido, García (2002), puntualiza que en la actualidad,
los profesionales sociales hacen su travesía particular hacia nuevos escenarios;
para esta navegación necesitan renovar sus motivaciones y sus prácticas, su ética
y sus códigos de conductas.
En el presente artículo se hace una exposición clara, precisa, pero sucinta, de la
pedagogía como una ciencia interdisciplinaria, y, principalmente, está referido a un
marco teorético y de referencia sobre esta ciencia social que, como tal, se encarga
de estudiar cómo ocurren los procesos de enseñanza y de aprendizajes que, a su
vez, se convierten en las columnas fundamentales de cualquier sistema educativo,
ya sea formal o informal; y que, lógicamente, se apoya en la didáctica como arte y
práctica de la educación. Es por ello que en la Pedagogía del método (Bustamantes
y Araúz(2014) dicen: “En este sentido la didáctica es un arte y una práctica que nos
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ayuda a orientar lo que el estudiante debe aprender. Por eso es preciso señalar que
el educador no puede enseñar las bondades de un modelo didáctico, si él mismo no
lo pone en práctica”. Por eso, aprovechemos este escenario para incorporar y
relacionar la pedagogía y las vivencias de los valores humanos en la universidad,
para lograr una educación de calidad, a saber, una educación basada en los valores
humanos.
Cornejo (2014) ha puntualizado que todos los seres humanos poseemos
potencialidades y también limitaciones; un ser humano sin cualidades es un
monstruo y un ser sin defectos no sería humano, sería un querubín. Todos los seres
humanos tenemos una vocación, un llamado a ser: el problema es descubrir esa
potencialidad y posteriormente pagar la colegiatura para realizar plenamente ese
ser. Y continúa diciendo que debemos preguntarnos con toda sinceridad, ¿quién
deseo ser?, ¿qué deseo lograr en esta vida?, ¿qué quisiera realizar?, ¿qué me
gustaría hacer? Estoy seguro que hay cierto tipo de actividades que usted goza
plenamente al realizarlas, y es ahí donde usted expresa plenamente su
potencialidad. A eso es lo que yo le llamo vocación; esa identificación, esa alegría
y ese orgullo que se siente en hacer lo que estamos haciendo, y los que gusta hacer
que, en nuestro caso, no es más que orientar los aprendizajes, eso sí, con la
dedicación y esmero que debe poseer todo docente, especialmente en el nivel
superior. Por ello, el Dr. José Araúz-Rovira, mi maestro y mentor, con mucho atino
ha dicho: «No hay que vivir de la universidad, hay que vivir la universidad».
Desarrollo
Antecedentes y justificación del escrito
Como punto de partida, por efecto de la observación y la imaginación, estudiamos
los resultados de un estudio previo que realizamos sobre Investigación Etnográfica
en el Aula el cual contó con la asesoría del Dr. José Araúz-Rovira, y la colaboración
incondicional del Licdo. Aarón Carvalho, secretario general de la Facultad de
Ciencias de la Educación, de la Universidad de Panamá, quien estuvo encargado
de coordinar todas las actividades para la recolección de los datos para un estudio
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que se hizo en el año 2023, para conocer el nivel de satisfacción de los estudiantes
de posgrado, en cuanto a las vivencias de los valores en el aula. El análisis,
descripción e interpretación de los datos cualitativos dan cuenta de la opinión poco
favorable de los participantes, no solo en la información dada por escrito por la
muestra de estudio, sino también, como producto de la observación participante. En
el estudio se pudo corroborar la escasa vivencia de valores humanos en las aulas
de clases por parte del docente.
De ahí que, es de suponer que, además de los conocimientos, estrategias
metodológicas, recursos y herramientas tecnológicas, es obligante que el docente
viva a plenitud y con un gran sentido de responsabilidad, la vocación como parte de
su quehacer diario. Ese quehacer que exige emoción, identificación, satisfacción,
entrega y, más que eso, sentir orgullo por ser parte del claustro universitario.
En esta dirección, el presente escrito hace una exposición clara, precisa, pero
sucinta, de la pedagogía como una ciencia interdisciplinaria, y, principalmente, está
referido a un marco teorético y de referencia sobre esta ciencia social que, como
tal, se encarga de estudiar cómo ocurren los procesos de enseñanza y de
aprendizajes que, a su vez, se convierten en las columnas fundamentales de
cualquier sistema educativo, ya sea formal o informal; y que, lógicamente, se apoya
en la didáctica como arte y práctica de la educación. En la Pedagogía del método
(Bustamante y Araúz, 2014) dicen que: “En este sentido la didáctica es un arte y
una práctica que nos ayuda a orientar lo que el estudiante debe aprender. Por eso,
es preciso señalar que el educador no puede enseñar las bondades de un modelo
didáctico, si él mismo no lo pone en práctica”. En esta situación, nos acogemos, sin
reserva y sin miramiento alguno, a los señalamientos de Beens (2012) cuando
puntualiza que la formación para una cultura ética es mucho más que la educación
en valores.
En cuanto a la Calidad de la Educación y las vivencias de los valores positivos en
el aula de clases, bajo el discurso de una pedagogía práctica, tenemos que los
alumnos, como sujetos primarios del proceso educativo deben aprender a pensar
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para que así cambien su forma de pensar. O, como dice Savater (2002) que la
verdadera educación no solo consiste en enseñar a pensar sino también en
aprender a pensar sobre lo que se piensa». Y agregamos nosotros, esta condición
reclama también un aprender a aprender y un cambio de actitud de los docentes
involucrados en este proceso educativo de calidad que exige la escuela de hoy y el
sistema como tal, de forma tal que, los encargados de orientar los aprendizajes
deben aprovechar su experiencia y convertirse en educadores de mejor oficio,
porque, parafraseando al filósofo, científico, matemático y pedagogo prusiano, Kant
dice es el sujeto quien crea la realidad a partir de su propia experiencia. Y la
experiencia es conocimiento, o como afirma Bacon, en el siglo XIII, que todo
conocimiento emana de la experiencia y, así lo confirma Einstein, siete siglos
después dice que la única fuente de conocimiento es la experiencia. Por lo tanto,
debemos estar claro que, el dominio de los conocimientos son los saberes.
La vivencia de los valores positivos y la educación de calidad
Ahora, solo se puede hablar de Educación de Calidad si esta se fundamenta en
valores humanos. Ya lo ha dicho el educador venezolano Pérez (2005), cuando
apunta que sólo es posible educar en valores si uno lucha y se esfuerza por
construirlos en su propia vida. De igual forma, Savater (2002) plantea que en líneas
generales, la educación orientada a la formación del alma y el cultivo respetuoso de
los valores morales y patrióticos, siempre ha sido considerada de más alto rango
que la instrucción, que da a conocer destrezas técnicas o teorías científicas. Esto
quiere decir que, ante los cambios tumultuosos y la evolución constante como
resultado del avance de la ciencia y tecnología, necesitamos urgentemente una
educación humanista que tenga como núcleo central a la persona humana, sin
olvidar los otros saberes que son necesarios para la supervivencia.
Al considerar lo dicho, en cuanto a la educación de calidad, el Fernández (2010),
pionero de la formación de valores en Costa Rica, aclara que la formación integral
del educando debe promover el desarrollo intelectual, cívico, moral, religioso,
artístico, científico y ambiental, cuyo fundamento epistemológico se basa en un ser
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humano escolarizado, competitivo y productor, amante de los valores, generador y
preservador de la cultura, ciudadano del país, pero en armonía con el mundo,
autónomo, crítico y solidario dentro un nuevo orden social en constante cambio.
Bustamante y Araúz (2014) comentando a Rousseau el cual dice que la esencia de
la enseñanza se fundamenta en el desarrollo armónico del amor a sí mismo
(autoestima) y el amor al prójimo (benevolencia)”. Es más, agregan los mismos
autores, educar es estimular la creatividad y la curiosidad, encauzar el análisis y los
juicios críticos y valorativos, promover el razonamiento lógico, fomentar el aprecio a
lo estético y, sobre todo, el respeto por la creación humana y la vida espiritual.
Desafortunadamente, la desintegración hogareña en nuestro medio es una realidad
que se vive y se palpa y, lógicamente, es deterioro de la familia como núcleo
esencial de la sociedad. Hoy día, la mayoría de los niños y adolescentes viven con
la tutela de uno de sus dos padres y muchas veces en un hogar sustituto donde no
está presente ninguno de los dos y, en su reemplazo los suplen los abuelos, los tíos
y hasta otros familiares más lejanos. Además, la necesidad de manutención en el
hogar ha obligado a las madres a incorporarse a la fuerza laboral, “abandonando” a
sus hijos que quedan a su libre albedrío, en perjuicio de una educación hogareña y
una actuación liberada del cuido y protección de los adultos. Como ha dicho el
conferencista mexicano, Juan Carlos Escamilla, tenemos “hijos huérfanos con
padres vivos”. Sobre este tópico (Pérez, 2009), es enfático cuando señala:
«Formarse no se meramente aprender nuevas cosas, sino fundamentalmente es
aprender a vivir, lo que lo que implica un proceso de asumir con radicalidad la propia
construcción y la permanente dignificación». Y sigue: «Por eso, educar es ayudar al
alumno a conocerse, valorarse y emprender el camino de su propia realización con
los demás, en libertad y responsabilidad».
Es en la familia donde el ser humano como persona, aprende a dar sus primeros
pasos en el proceso de su realización. Es en la familia donde el ser humano aprende
a ser un “ser humano”. Dotado con un sentido de libertad y responsabilidad. La
familia es el ambiente más propicio para la personalización y la socialización del
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niño. En este sentido, la familia es vital e insustituible para el sano desarrollo y
realización de la persona como individuo y como miembro de una sociedad. Los
valores humanos que se deben forjar en el hogar (familia) y se deben fortalecer en
las escuelas y en las universidades, entre otros, son: amor, esperanza y fe; además
de: gratitud, responsabilidad, justicia, honestidad, respeto, perdón, bondad,
compasión, generosidad, pulcritud, comprensión, dedicación, compromiso,
disciplina, perseverancia, cooperativismo (actividades en equipo), humildad, pasión,
templanza, superación, alteridad y altruismo.
Mientras no se promueva una educación de calidad fundamentada en valores y no
exista un acuerdo entre todos los actores sociales y haya un apropiado nivel de
tolerancia, el país seguirá, irresponsablemente, pagando las consecuencias. Al
respecto, es preciso los señalamientos de Hortal (2002) cuando señala que la
escuela además de impartir enseñanza, se espera que contribuya a la formación de
las personas de modo que puedan participar plenamente de la vida plena y en la
cultura de la sociedad en que han nacido o están creciendo. Luego dice que para
seguir llevando la vida que llevamos o que intentamos llevar se necesita no solo la
escuela, sino también los conocimientos que se investigan en la universidad.
Todo educador, Bustamante y Araúz (2014) señalan que no decimos docente
(porque el buen educador es aquel que tiene como misión educar y formar en
valores), en este proceso debe hacerse las siguientes preguntas: ¿Qué debo
orientar (enseñar) a mis estudiantes? ¿Por qué debo orientar (enseñar) a mis
estudiantes? ¿Cómo debo orientar (enseñar) a mis estudiantes? y, por último, ¿Para
qué debo orientar (enseñar) a mis estudiantes? Lógicamente, estas interrogantes
responden al objetivo, al propósito, a la metodología, y a los resultados esperados.
Y por supuesto, la forma en que se va a evaluar los conocimientos debe responder
al seguimiento sobre logros de aprendizajes.
Robbins (2008), refiriéndose a los profesores, les dedica estas palabras: “Una de
las decisiones que han representado una diferencia tremenda en la calidad de vida
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es que, a una edad muy temprana, empecé a vincular un placer increíble con el
hecho de aprender” (p.38).
Luego dicta:
Al mismo tiempo, descubrí una forma de placer más poderosa: la que obtenía
de compartir de una forma apasionada aquello que había aprendido. Cuando
empecé a darme cuenta de que lo que podía compartir ayudaba a otras
personas a incrementar la calidad de sus vidas, descubrí el nivel definitivo de
placer. Y fue entonces cuando empezó a desplegarse el propósito de mi vida.
(p. 38)
De igual forma, en su obra Educación para la excelencia y la autoestima (Cruz,
1996) ha dicho que en todo proceso educativo lo más importante es partir primero
del cultivo de los valores en torno a la cultura y la actitud, para el mejoramiento
continuo; para que esto se logre se deben reinventar los modelos didácticos que
lleven a dar satisfacción a todos. Y enfáticamente agrega: no se puede olvidar que
se instruye con los procesos y se educa con los valores.
Fundamentación de la teoría pedagógica :
Originalmente, la pedagogía encontró su fundamentación teórica tanto en la filosofía
como en la investigación, como es el caso del empirismo como corriente filosófica
que fue planteada a finales del siglo XIII por Roger Bacon, la cual señala que todo
conocimiento emana de una experiencia, sirviendo ese planteamiento para, tres
siglos después, el surgimiento de método científico y, después, el positivismo como
corriente filosófica que sustenta que el conocimiento es realista y solo se logra con
la experiencia. De esta forma, señala la teoría, “el positivismo es un pensamiento
filosófico que afirma que el conocimiento auténtico es el conocimiento científico, y
que tal conocimiento solamente puede surgir de la afirmación de las hipótesis y por
lo tanto, es una estrategia lógica deductiva”. El perfeccionamiento de la
investigación y la aparición de las ciencias primarias (biología, física y química) va
contribuir al estudio del hombre en todas sus dimensiones. Estas fuentes de
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información también se ven reflejadas en la educación al profundizar el estudio del
ser humano y su forma de aprender. Se habla del método deductivo e inductivo y
hasta una combinación de ambos, como es el caso de la posición intermedia
sugerida por el eclecticismo como método filosófico. Para este periodo, Amós (s.f.),
autor de Didáctica Magna, la cual está divida en tres etapas y en cada una de ellas
habla sobre la necesidad del método en la cual dice que busca la sistematización
de los procesos educativos que debe y donde debe haber igualdad entre los sexos
(coeducación), se preocupa de las diferentes etapas del desarrollo educativo y
separa por edades la educación con el fin de colocar los conocimientos en espiral.
Se conocen como corrientes psicológicas o escuelas de pensamiento a las
diferentes corrientes que fueron apareciendo a través del tiempo y que
representaban las diferentes formas de pensamiento, primero de filósofos, y
psicólogos después, que mostraban su preocupación sobre la forma en que
aprenden las personas o las formas como se podía ayudar a las personas para
lograr el aprendizaje o a motivarlos para ese fin.
Posterior a ese movimiento social llamado Renacimiento, que es una verdadera
revolución del saber, aparecen en el siglo XVII las ciencias sociales que, aunque
tienen sus raíces históricas en la antigua Grecia, se desarrollan con mayor plenitud
en el período de la ilustración que tiene lugar, primero, en Francia y después, en
Inglaterra. Para esa época, es necesario resaltar la contribución de Rousseau
(2016) señala que “el hombre es bueno por naturaleza”, y de ahí su concepto de la
posibilidad de una buena educación para la formación de los hijos; de igual forma,
a Makárenko (s.f.), autor de Poema pedagógico, que como buen docente, se
empeña en que la enseñanza tiene que enfocarse en el saber pensar y saber
razonar.
Ya para el siglo XIX, se profundiza el estudio del hombre y la sociedad, gracias a
las contribuciones de Auguste Comte y Émile Durkheim y algunos otros. Aparecen
así la Sociología, el Derecho y la Ciencia política, la Economía y la Educación, como
ciencias sociales propiamente dichas. Junto ellas, el desarrollo del método
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etnográfico y la metainvestigación van a perfeccionar la Etnografía, la Etnología, la
Antropología social y la Demografía. Para la misma época, y como contra respuesta
a la corriente positivista, aparece el no-positivismo, respuesta sustentada por el
mismo Comte y Federico Engels, entre otros. En la misma dirección, en contra de
la corriente positivista, aparecen el método hermenéutico propuesto por Hans-
Georg Gadamer, la teoría crítica sustentada por Jürgen Habermas, el método
etnográfico de Bronislaw Malinowski y la investigación etnográfica en el aula de Kurt
Lewin.
Fue en los inicios del siglo XX, cuando Frederick Taylor, aplica el enfoque sistémico
como método de investigación; lógicamente, una estrategia de trabajo que se apega
al estructuralismo como un “enfoque filosófico que trata de un modo de afrontar las
ciencias humanas, de analizar un campo específico como un sistema complejo de
partes relacionadas entre sí”. Posteriormente, tanto la psicología como la
psicopedagogía, se identifican con este enfoque y hoy se sigue utilizando en la
educación y otras disciplinas.
Al hablar de la pedagogía como ciencia y como recurso didáctico, hay que referirse,
lógicamente, a los modelos pedagógicos, no solo como forma de lograr sus propios
conocimientos como ciencia, sino, más bien, a los modelos teóricos que facilitan los
aprendizajes para el desarrollo de las competencias en-el-aquí-y-en-el-ahora; y
como consecuencia de ello, a los diferentes métodos didácticos-pedagógicos que
dan significado a los procesos de enseñanza y de aprendizajes.
En el aspecto filosófico, la pedagogía busca recursos en la Epistemología como una
disciplina o una corriente /y para otros, como una ciencia), la cual se del estudio de
la razón de las cosas del conocimiento científico; y en la gnoseología, que se
encarga, a través de la Teoría del Conocimiento, el origen, la esencia, la posibilidad,
el alcance y la naturaleza del conocimiento general. A su vez, si ese conocimiento
emana del subjetivismo o del objetivismo, como posiciones o corrientes filosóficas
que lo caracterizan, a partir de su concepción: del sujeto (idealismo) o del objeto
(materialismo).
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Dentro del concepto de educación encontramos también diversas corrientes
teóricas y epistemológicas que la sustentan. La filosofía de la educación o, como la
califican otros, filosófica pedagógica, no se limita al sujeto individual y su forma de
pensar, sino también al hombre social y su forma de actuar. Ya sabemos que la
educación como tal es un proceso para la formación del hombre en el contexto
social y no se limita a esta tarea, sino que también estudia las leyes filosófico-
psicológicas y los principios que las rigen.
Entre estas corrientes que la sustentan encontramos la fenomenología como
estudio de los fenómenos y las ideas donde, según Mario Bunge, su eje central lo
encontramos en el estudio de la conciencia y, de esta forma, sustentan el principio
idealista subjetivo de que no hay objeto sin sujeto. Esta concepción filosófica
idealista subjetiva fue fundada por Husserl, el cual la considera como la “ciencia de
las esencias puras”. Y agrega: “… no podemos estar seguros de la existencia de las
cosas independientes de nosotros, pero sí de cómo se presentan en nuestra
conciencia”. Otros filósofos hacen una contribución efectiva sobre la fenomenología
y son dignos de mencionar, tales como David Hume, que en su Tratado de la
naturaleza humana describe el proceso de razonamiento de la causalidad en
términos psicológicos; Immanuel Kant, en la Crítica de la razón pura, que establece
la diferencia entre objetos como fenómenos, de los objetos como cosas que no se
registran en el tiempo y el espacio y por lo tanto no se puede hacer juicios que sean
legítimos; Wilhelm Hegel, en su Fenomenología del espíritu, donde cuestiona la
doctrina de Kant, y declara que al conocer los fenómenos más plenamente,
podemos llegar gradualmente a una conciencia de la verdad absoluta y a la
espiritual de la Divinidad. También habrá que tomar en cuenta a los existencialistas,
incluyendo a Martin Heidegger y Jean-Paul Sartre y al mismo Karl Marx.
Por otra parte, además de la fenomenología, la Hermenéutica desde el punto de
vista de la lingüística, nos aproxima a una realidad a través del material escrito y
nos acerca a la comprensión de una realidad, en este caso, el conocimiento. El
desarrollo de la capacidad de visualizar lo estético, lo ético y lo moral, y el desarrollo
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armónico de la imaginación y las emociones, se puede favorecer también a través
de los escenarios de la pedagogía hermenéutica y de la educación en general.
Los valores humanos son, como ya se sabe, hechos que trascienden en nuestro
devenir y expresan, simple y llanamente, nuestras vivencias cotidianas. Así, estas
formas de sentir y de pensar, se convierten en las herramientas más poderosas que
tiene una persona para su autorrealización, no como un fin último, sino como un
proceso para su propio crecimiento humano. Aprender a pensar y vivir lo que se
siente, distingue a una persona de otra. En Sin temor al éxito (Araúz-Rovira. 2007),
ha dicho: “El que piensa en grande logrará cosas grandes. El que piensa en
pequeño jamás encontrará el camino”. El poder del pensamiento, según Ralph
Emerson, es como un poder espiritual. “Lo que la sociedad de hoy disfruta, obedece
a los pensamientos de todos nuestros predecesores y, de la gente de hoy que ha
hecho del pensar su forma de vivir y su razón de ser”.
En Experiencias para vivirlas (Araúz, 2006): «Los sentimientos y también los
pensamientos, hermanados entre sí, se constituyen en un as de voluntades. Esos
son los valores humanos. Las preguntas obligatorias serían: ¿Cuánto nos cuesta
pensar? ¿Qué tiempo nos dedicamos a pensar? ¿Qué representa para una persona
los buenos pensamientos y los buenos sentimientos? Recordemos que la forma de
pensar y de sentir condiciona nuestras emociones, que se ven reflejada en nuestra
actitud y ésta a su vez, en nuestra conducta y nuestro mapa de actuación, es decir,
en nuestro comportamiento. Estas funciones psíquicas, mentales y espirituales
forman parte de los dones más valiosos que disponemos todos los seres humanos,
como seres pensantes y racionales».
Conclusiones
Después de haber pensado y repensado, además de analizar la abundante literatura
sobre los valores, la calidad de la educación y las vivencias positivas en la escuela,
especialmente a nivel superior, y de haber consultados a los expertos del tema, nos
propusimos a desarrollar este artículo que espero sea de beneficio común no solo
para los docentes sino también para las autoridades universitarias y, especialmente
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para los estudiantes universitarios que son el sujeto y el objeto y la razón de ser de
la educación. He aquí las conclusiones del artículo:
Para hablar de una Educación de Calidad, necesariamente, esta tiene que estar
fundamentadas en Valores humanos, sean estos: éticos, cívicos, morales, sociales,
religiosos y de convivencia pacífica. Los valores humanos son una forma de pensar
y una forma de sentir; si una persona piensa y siente positivamente, entonces, es
una persona que va a mostrar un carácter, personalidad y proyección positivas; de
lo contrario, si la persona piensa y siente negativamente, entonces, su carácter, su
personalidad y su proyección van ser negativas. Nadie nace ni bueno ni malo, solo
se nace. Quiere decir que, el hogar, la escuela y el ambiente social van a condicionar
el desarrollo de esa persona como un ser humano. Las vivencias de los valores en
las aulas de clases van a contribuir al desarrollo de los valores humanos, por lo
tanto, el docente y los administrativos deben ser el modelo a seguir para desarrollar
una vida en valores.
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