El docente ejerce un papel central en la educación emocional: su accionar pedagógico y su forma de interacción, pueden encausar o dificultar ese proceso. Por ello es importante la inteligencia emocional y la salud emocional del docente. La inteligencia emocional ha sido ampliamente estudiada, pero con pocas evidencias en lo relativo a su incidencia en el papel de docentes que participan en la instrucción académica de otros docentes.
Esta investigación analiza la realidad de la inteligencia emocional en una muestra de formadores de docentes universitarios y su relación con la forma como son percibidos por sus estudiantes. Los resultados revelan la relación positiva entre las variables estudiadas, constituyéndose en referente y nos alerta, acerca del valor de propiciar la optimización de competencias emocionales, en beneficio de los docentes en formación y de sus actuales y futuros estudiantes.