Este estudio es un llamado de atención sobre la importancia del espacio escolar como escenario y parte activa del proceso de formación y socialización en las escuelas públicas. Propone un conjunto de competencias que deben desarrollar los directores de escuela, no sólo para cumplir las funciones que le asignan las normas como custodios de los bienes materiales y del espacio de la escuela, sino reivindicándolos en su capacidad de incidir en los aprendizajes y, al mismo tiempo, para que contribuyan a impulsar la idea de las organizaciones inteligentes, en las que se trabaja en equipo, se piensa en sistemas y se busca colectivamente la identidad de las mismas. Finalmente se intenta una aproximación imaginativa viable a nuevos tipos de espacios que favorecen los aprendizajes.