La educación en general y la escuela en particular, como institución emblemática de la formación de los ciudadanos e histórico centro de poder del conocimiento, está cuestionada porque su estructura actual no responde a las demandas formativas de la sociedad contemporánea debido, entre otras razones, a que convergen diversos escenarios que han alterado su funcionamiento. En concreto, el escenario filosófico tiene dudas sobre el ciudadano que queremos formar; el curricular evidencia la tradicional segmentación del conocimiento; el social y familiar privilegia una sociedad emocional y pasajera; el tecnológico ha cambiado la forma en el acceso y difusión de la información y el estudiantil destaca por la vida fácil, electrónica y sin ilusión por aprender. Estas variables invitan a la reconversión de la escuela que, abierta a todos, produzca una simbiosis curricular integradora con los ecosistemas de la comunidad y facilite el desarrollo de las nuevas capacidades que demandan los ciu-dadanos