La comunidad científica mundial ha manifestado su preocupación ante el evidente aumento en la tasa de pérdida de la biodiversidad. Tradicionalmente, la mayoría de los esfuerzos de conservación se han enfocado principalmente a la implementación de estrategias dirigidas al ámbito terrestre, dejando de lado su integralidad con los componentes dulceacuícolas y marinos. La complejidad del desequilibrio del planeta hace un llamado urgente para abordar el problema con estrategias integrales. Como parte de los esfuerzos propuestos por diferentes naciones del mundo, dentro del marco de la Convención de la Diversidad Biológica, una de las estrategias para reducir la pérdida de biodiversidad es el establecimiento de Corredores Biológicos. Esta alternativa se orienta a restablecer la conectividad biológica estructural y funcional entre Áreas Protegidas y hábitats naturales. En el caso de Costa Rica, los corredores biológicos representan uno de los ejes principales dentro de la estrategia de conservación por parte del Gobierno, las ONG y la sociedad civil. El arduo, pero rico proceso de alrededor de 10 años de gestión de Corredores Biológicos en el país han dejado un invaluable número de lecciones aprendidas, experiencias y conocimiento que en este artículo proponemos se adapten a la gestión de Áreas Marinas Protegidas, Áreas de Pesca Responsable, Corredores Marinos y manejo de paisajes marino-costeros.