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Tal y como lo entendió el filósofo Parménides, y tal y como lo apoya la interpretación de Jaspers, el Ser, o el fundamento ontológico de todo, establece que siempre hay algo y no nada. En consecuencia, los lectores tendríamos razón al afirmar que, puesto que siempre hay algo y no nada, el Ser de Parménides está exento de causalidad. En otras palabras, el Ser, en tanto que incausado, es un principio integral de la filosofía de Parménides, y todo lo que se sigue del Ser es el Ser. Del mismo modo, si nos dirigimos al Timeo de Platón, los lectores encontrarán que el Creador, o Demiurgo de nuestro cosmos, también está exento de causalidad; pero, el universo es un producto de la causalidad, y por lo tanto no es eterno, ya que su llegada a ser sirve como evidencia de su potencial de desaparición. Sin embargo, ¿a quién debemos seguir, y por qué, en lo que respecta al estatus ontológico del universo como eterno o capaz de decaer, a Parménides o a Platón? En primer lugar, este artículo describirá la metafísica del Ser de Parménides con la ayuda de los escritos de Jaspers sobre este presocrático. Este trabajo tratará la ontología de Platón utilizando extractos clave del Timeo. Finalmente, este artículo proporcionará apoyo a la doctrina del Ser de Parménides sobre la división de Platón entre el ser necesario y el universo del devenir.