Nuestra reformulación de la teoría de la dependencia ha sido malinterpretada por dos críticos. Desconocen que las transferencias de valor son más esclarecedoras del origen del subdesarrollo que la superexplotación. Ignoran también que esa dinámica explica la expansión contemporánea de China y el distanciamiento de Corea del Sur de Brasil o Argentina. No registran cómo el valor diferencial de la fuerza de trabajo permite comprender la localización de las inversiones transnacionales. Además, postulan caracterizaciones contradictorias de la superexplotación, al afirmar que es peculiar de la periferia, que se ha extendido al centro y que se remonta al siglo XIX. Más problemática aún, es la rudimentaria identificación del concepto con el padecimiento laboral. El dependentismo se empobrece desconociendo la problemática de la renta, omitiendo a los antecesores de su teoría e impugnando las convergencias con otros pensadores. La despolitización impide evaluar el sentido del debate.