En la cuenca media del cañón del río Barbas, en los municipios de Filandia (Quindío) y Pereira (Risaralda), Colombia, en el año 2005 se desarrolló un conjunto de prácticas conocidas como herramientas de manejo del paisaje (HMP), para promover el hábitat natural, la conservación de la biodiversidad nativa y aumentar la conectividad funcional del paisaje. Desde su implementación, la efectividad de los corredores biológicos como hábitat para especies de fauna ha sido evaluada, pero no así los aportes qué estos y las demás HMP podrían tener para la conectividad en el paisaje. El presente estudio, a través de la implementación de herramientas computacionales, i) analizó las dinámicas de uso de la tierra entre los años 2003 y 2014, ii) evaluó la configuración y composición del paisaje, y iii) modeló rutas de movimiento potencial, bajo dos escenarios distintos, para dos especies con diferentes niveles de movilidad y amenaza de conservación: la “pava caucana” (Penelope perspicax) y la “guagua loba” (Dinomys branickii). Se encontró un paisaje más conectado para el año 2014 en comparación al año 2003, con un incremento del 6% del bosque. En cuanto a las rutas de conectividad potencial, el paisaje se mostró en todos los escenarios más conectado para la “pava caucana” que para la “guagua loba”. Las áreas del paisaje que obtuvieron valores más altos de conectividad coincidieron con la ubicación de los cercos vivos y los corredores biológicos implementados en el año 2005; sin embargo, se identificó una sola ruta por la cual ambas especies pueden desplazarse entre los dos nodos focales. Esta ruta tiene una condición crítica al encontrarse rodeada por actividades agropecuarias. De igual manera, este ejercicio permitió la identificación de aquellos sitios en el paisaje que requieren el fomento de HMP para disminuir la presión por actividades antrópicas, como los potreros y cultivos.