Las redes sociales han transformado profundamente la manera en que nos comunicamos, nos informamos y nos entretenemos. Su capacidad para conectar personas en todo el mundo, difundir contenido y promocionar productos o servicios es innegable. Sin embargo, detrás de estos beneficios se oculta una realidad preocupante que afecta de forma directa nuestra calidad de vida. El uso excesivo de estas plataformas está alterando nuestra conducta, relaciones interpersonales, hábitos diarios y, sobre todo, nuestra salud mental y física. Los jóvenes, en particular, se han convertido en la población más vulnerable ante la adicción digital, muchas veces sin ser plenamente conscientes del impacto que esto tiene en su desarrollo integral. Este artículo busca invitar a la reflexión sobre el rol que ocupan las redes sociales en nuestras vidas y el grado de control que realmente ejercemos sobre su uso. A través de datos concretos y recomendaciones prácticas, se pretende generar conciencia sobre la necesidad de adoptar hábitos digitales saludables. Partimos de la premisa de que el internet, aunque omnipresente, sigue siendo un espacio que carece de una apropiada educación crítica. Por ello, se hace un llamado a la introspección individual sobre si el uso que le damos es verdaderamente asertivo y beneficioso para nuestro bienestar.