El presente ensayo pretende argumentar, la necesidad apremiante de poner como base de la agenda pública, la educación, entendida como herramienta de transformación social, mejoramiento de la calidad de vida de los ciudadanos y en consecuencia del desarrollo social y económico de un país; que minimice, además, la marcada brecha social.
Este punto de vista implica la consolidación de una política pública en materia educativa que responda a los intereses y necesidades contextuales, y que garantice el derecho a una educación digna en condiciones de calidad, pertinencia y equidad.
La experiencia mundial indica que los países que se han desarrollado y prosperado rápidamente comparten una característica común: toman en serio la educación e invierten adecuadamente en ella.
Consideramos importante maximizar la cultura organizativa de la escuela, devolviéndole autonomía, pues esta desempeña un papel mediador en la implementación y éxito del cambio educativo, promover el aprendizaje colaborativo y la generación de comunidades de aprendizaje.