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El escepticismo metafilosófico sostiene que debemos suspender nuestras creencias sobre afirmaciones filosóficas. Anteriormente, muchos argumentaron que los desacuerdos prevalentes entre filósofos pares motivan dicho escepticismo. Una respuesta antiescéptica inmediata es que el escepticismo metafilosófico es epistémicamente autoderrotante. En resumen, el escepticismo metafilosófico exige la suspensión de las creencias sobre los presupuestos utilizados en los argumentos a favor de la propia posición. Esto hace que la posición escéptica exija, en última instancia, la suspensión de creencia en sí misma. Muchos consideran que el problema de la autoderrota es un desafío que los escépticos metafilosóficos difícilmente pueden superar. En este artículo, en nombre de los escépticos, argumentaré que es posible que el escepticismo metafilosófico eluda el problema de la autoderrota mediante la noción de justificación práctica. Primero contrasto la visión evidencialista tradicional sobre la ética de la creencia –según la cual las creencias solo pueden justificarse epistémicamente – con la visión del pragmatista, que sostiene que las creencias también pueden justificarse prácticamente. Para los pragmatistas, mientras mantener una creencia favorezca algún interés práctico, como el mantenimiento de una vida ordinaria floreciente, dicha creencia puede estar justificada pragmáticamente, incluso si la evidencia que posee un agente es neutral o silenciosa con respecto a la justificación de esa misma creencia. Sostengo que la justificación de los presupuestos utilizados en los argumentos escépticos metafilosóficos también puede explicarse mediante la perspectiva pragmatista. Es decir, estos presupuestos pueden estar epistémicamente derrotados según los propios argumentos escépticos metafilosóficos. Sin embargo, los escépticos, en un sentido pragmático, todavía son racionales al utilizar dichos presupuestos, ya que exhiben cierto valor práctico. Mientras que la autoderrota puede ser un problema serio en el ámbito epistémico, no lo es tanto en el ámbito práctico, ya que muchos principios pueden ser implícitamente autoderrotados y aun así estar justificados pragmáticamente.