La educación tiene un enorme potencial para revertir el deterioro y la transformación cultural que enfrentan las comunidades indígenas, producto del proceso de colonización que han sufrido durante siglos; pero ésta debe ser una educación político-pedagógica pertinente, que fortalezca sus cosmovisiones para la construcción del buen vivir. La educación formal como parte del proyecto modernidad/colonialidad, constituye una herramienta de dominación ideológica, para el control del poder, del saber y del ser. Transformarla es el verdadero desafío.