La educación es responsabilidad de la sociedad en su conjunto. En su sentido amplio, la educación trasciende lo que conocemos como el “edificio educativo”, la escuela, el instituto, la universidad; lo que convencional y “formalmente” está concebido como espacio de aprendizaje, para permear otras áreas en las que es posible aprender. Se concibe entonces la plaza, la calle, el parque, el teatro, etc.; esto es, la ciudad entera, como espacio de aprendizaje importante en función de su riqueza de contenidos, experiencias, sentimientos, valoraciones y normas. El espacio urbano cobra cada día mayor relevancia ya que no sólo crece en términos de tamaño y número de personas, haciéndose cada vez más complejo e interactivo, sino que posee una interesante capacidad de renovarse y transformarse.
La ciudad convertida en espacio de convivencia, confluencia e incluso conflicto, es rica en significados, juicios de valoración, contenidos y expresiones; lo cual supone un alto impacto educador. Tres son las dimensiones en que pueden entenderse las relaciones entre la ciudad y la educación: “la ciudad como entorno educativo, la ciudad como agente o medio de educación y la ciudad como contenido educativo” (Trillas, 1999).
Reconocer el potencial de las ciudades panameñas, y en especial la ciudad de Panamá, como escenario educativo que se extiende a lo largo de toda la vida de sus habitantes, supone reorientar la estrategia política municipal para que, de forma intencionada y en acuerdo con la sociedad civil, se promueva la ejecución de políticas educativas que aseguren una mejor calidad de vida y propicien una verdadera sociedad del conocimiento.
También puede {advancedSearchLink} para este artículo.