Enfrentados a problemas inmediatos, los líderes universitarios necesitan, al mismo tiempo, proporcionar respuestas de emergencia para mantener a los estudiantes aprendiendo, y prepararse para las repercusiones de la crisis, reflexionando sobre las tendencias que pueden afectar a sus universidades: en cuanto al impacto que tendrá la crisis en la matrícula estudiantil, en el modelo de enseñanza y aprendizaje, en la relevancia de las actividades de investigación e innovación, y en el modelo de aportación de valor. Al hacerlo, reforzarán la importancia del liderazgo – equipos rectorales, pero también directores de unidades académicas –, y mejorarán las oportunidades de fijar el rumbo en lugar de simplemente reaccionar ante los desafíos que se presentan en estos tiempos difíciles.