En este artículo se desarrolla como criterio la incorporación del Ser, a la vida y a la educación. En este contexto, se considera el entramado de las relaciones humanas como una puerta abierta para el alumbramiento de una nueva sensibilidad en la educación. Analiza así una educación para seres completos, que no solo atiende lo racional sino lo afectivo, volitivo e instintivo, y donde estos aspectos se integran en una propuesta educativa sentipensante. La apertura, la permeabilidad, la receptividad, nos convoca a una mente expandida, algo que no contiene únicamente nuestro pensar, querer y sentir, sino que nos desafía a la formación de seres conscientes, asombrados, interconectados e integrados. Desde la mirada comunitaria, la propuesta es llegar a educar seres más sabios, benévolos y libres. Esa transformación educativa y social no depende de un cambio de estructura sino de un cambio de conciencia. Formar seres conscientes es una tarea permanente de intuición, reflexión y comunicación. Se propone el análisis en la educación implica la opción por el desarrollo de la conciencia y en su centro la ecología del yo. Se trata de enfatizar la convergencia del desarrollo personal y comunitario hacia un cambio cultural y un desarrollo humano, del que emerjan instituciones, programas que ayuden a satisfacer necesidades de todos los que en ese momento habitan un territorio compartido.