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El artículo explora la importancia de la parentalidad positiva en el desarrollo integral de los estudiantes y su relación con la Teoría de la Autodeterminación (TAD). La familia, entendida como un ecosistema dinámico, juega un papel crucial en la formación y desarrollo de los niños y adolescentes. La parentalidad, especialmente cuando se basa en apoyo, afecto y estructura, facilita el cumplimiento de las necesidades psicológicas fundamentales según la TAD: competencia, autonomía y relación. Este enfoque no solo promueve el bienestar emocional y físico de los hijos, sino que también mejora su capacidad para resolver conflictos y enfrentarse a desafíos académicos. Los estilos parentales que fomentan la autonomía y proporcionan un entorno afectuoso y estructurado son esenciales para un desarrollo académico positivo. Estos estilos permiten a los estudiantes desarrollar habilidades de autorregulación, fundamentales para su éxito académico y social. Además, la construcción de una relación positiva entre la familia y la escuela es vital para el desarrollo integral de los estudiantes como sujetos sociales, especialmente en contextos de alta vulnerabilidad donde las condiciones socioeconómicas pueden ser un desafío adicional. En definitiva, la parentalidad positiva, enmarcada en la TAD, tiene un impacto profundo y duradero en la educación escolar y el desarrollo personal de los estudiantes. La colaboración entre padres y educadores es esencial para crear un entorno que promueva el bienestar, la resiliencia y el éxito académico de los estudiantes, preparándolos para ser ciudadanos responsables y comprometidos en el futuro.